El amor de pareja ¿complemento o suplemento?

Hace unos días entré en un pequeño debate con alguien que quiero mucho sobre un comentario que hizo sobre encontrar su “media naranja”.

Yo he escrito esa frase en algunas ocasiones para referirme a la relación de pareja, pero nunca me ha gustado mucho usarla ya que implica que somos la mitad de algo, y que para estar completas forzosamente necesitamos de alguien más.

Ni tú, ni yo, ni nadie estamos incompletas, ni tenemos la necesidad de una pareja para “completarnos”.  Todo, absolutamente todo lo que necesitamos para ser felices existe dentro de nosotras: amor, compasión, seguridad, fortaleza, valentía…  y para tenerlo simplemente hace falta buscarlo en nuestro interior.

El amor de pareja no es un complemento, sino más bien un suplemento.

No un suplemento en el sentido de que suple algo o lo completa, sino en el sentido de que lo aumenta, lo enriquece y lo fortalece.  Algo así como un suplemento alimenticio o el suplemento de una revista.

Cuando vivimos una relación de pareja, lo que tenemos ante nosotras es la oportunidad de compartir lo que ya somos con alguien más.  Y lo que se comparte crece y se expande.

Es como si tienes una colección de recetas de cocina que tu has escrito y las guardas en un cajón.  Seguirás disfrutando de las delicias que tu puedes crear con tu familia y amigos cercanos siempre, pero hasta ahí.  Si las compartes con tus amigas, esas recetas crecerán y llegaran a más personas que disfrutaran de tus guisos enaltecidos por la combinación de tu inspiración y su sazón.

Tu ERES una fuente infinita de amor.  El amor vive en ti y cuando lo compartes ese amor crece y llega a más personas.

Un suplemento alimenticio fortalece tu alimentación, como el amor de pareja fortalece tu amor por ti misma, si aprendes a amar incondicionalmente.

El suplemento de una revista enriquece el contenido de la edición original, como el amor de pareja enriquece tu capacidad de proyectar tu amor interior hacia el exterior. El amor de pareja es un suplemento de tu amor interior.

Por eso te invito a recordar que NO necesitas de una pareja para vivir en amor, pero que si llegas a vivir esa experiencia lo hagas TOTALMENTE y disfrutes el hecho de que tu vida se está haciendo más rica y fuerte gracias a ese amor que tienes la oportunidad de compartir.

No lo hubieras hecho…

En nuestro vocabulario, las mujeres contamos con frases que usamos continuamente para comunicarnos con las personas que queremos, pero raramente nos detenemos a pensar en el efecto que éstas tienen en los demás.

“No hagas eso…”, es una frase limitante que como madres usamos mucho para proteger a nuestros hijos: “no te quites la bufanda”, “no te subas a la escalera”, “no andes en motocicleta”, “no llegues tarde…”  Cuando decimos lo anterior es porque deseamos mostrar a la otra persona que nos preocupa su bienestar y que no queremos que tengan problemas o sufran consecuencias graves debido a sus acciones.

Más o menos en la misma categoría cabe la frase “no lo vuelvas a hacer”: “no vuelvas a llegar a esa hora”, “no vuelvas a subirte a la azotea”, “no vuelvas a llamarle a esa persona”.  Son frases imponentes que a nadie le gusta escuchar, pero que sirven para entender que las secuelas de repetir una acción pueden dañarnos de alguna manera.

Pero hay una frase que, en mi opinión, no sirve para nada, no expresa nada, y no ayuda a nadie a nada: “No lo hubieras hecho…”

Piénsalo así, cuándo dices una frase como: “No le hubieras escrito”, “no hubieras ido”, “no hubieras contestado…” ¿qué le estás diciendo realmente a esa persona? ¿En qué la estás ayudando?

Lo hecho, hecho está.  Si alguien de tu entorno hace algo que tiene consecuencias, nada va a cambiar el que le reproches el haberlo hecho en primer lugar. Esa persona tomó una decisión y el decirle que “no la hubiera tomado” es una expresión de que no respetas su decisión.

Con esto no quiero decir que te quedes callada cuando sientes que alguien cercano a ti está creando una situación negativa para él o ella misma con base en sus acciones o decisiones.  Lo que te quiero invitar es a reflexionar en cómo puedes realmente entender la razón del por qué lo hizo para apoyarlo y ayudarle a crecer.

Qué tal si en lugar de lanzar un “no lo hubieras hecho”, le preguntas genuinamente y sin juicios  por qué decidió hacerlo.  Esta es una forma de realmente mostrar interés en las decisiones de la otra persona, de generar empatía, de iniciar una conversación que los lleve a conocerse mejor y en dónde estés realmente dando valor a su relación.

Porque recuerda que en el DAR está siempre el RECIBIR.

40ymas el Libro

Puedes contar conmigo

Puedes contar conmigo

La vida, estarás de acuerdo conmigo amiga de 40ymás, es como una montaña rusa donde todo cambia todo el tiempo. Donde hay momentos en que estamos arriba y otros en que estamos abajo, en donde hay instantes tranquilos y otros de gran emoción (o miedo, depende de cómo lo decidamos experimentar).

Una de las únicas constantes en este subir y bajar de emociones y acciones es nuestra tribu. Son las personas con las que hemos decidido compartir esta aventura llamada vida; algunas están con nosotras desde siempre y otras las hemos elegido en nuestros 40 y más años en este mundo. Son nuestra familia, nuestros amigos y amigas, nuestros cómplices. Son, en pocas palabras, las personas que realmente amamos.

¿Te imaginas si esa tribu no existiera? No importa si se conforma de una sola persona o de mil, ¿cómo crees que sería tu vida sin alguien con quien compartirla, vivirla, discutirla…?

Cada una de esas personas son parte de ti, como tú eres parte de ellas y ellos. Son el espejo donde ves reflejadas tus ilusiones, tus metas, tus anhelos, tus deseos, tus éxitos y tus retos; y tú eres lo mismo para cada uno de ellos.

Si no contaras con esa tribu, tu vida sería muy diferente, y creo que es motivo de gratitud que hayan aceptado ser parte de nuestra existencia y que nos estén acompañando en nuestro crecimiento como mujeres.

Por eso te invito a DAR GRACIAS en la próxima oportunidad que tengas. A recordarles que pueden contar contigo como tú has contado siempre con cada uno de ellos.

Las acciones son importantes, pero en este mundo donde el ruido exterior nos distrae a cada momento, a veces es bueno decirlo en voz alta como en el bello poema de Mario Benedetti: “Hagamos un Trato”.

Hagamos un trato

MARIO BENEDETTI

Compañera,
usted sabe
que puede contar conmigo,
no hasta dos ni hasta diez
sino contar conmigo.
 
Si algunas veces
advierte
que la miro a los ojos,
y una veta de amor
reconoce en los míos,
no alerte sus fusiles
ni piense que deliro;
a pesar de la veta,
o tal vez porque existe,
usted puede contar
conmigo.
 
Si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo,
no piense que es flojera
igual puede contar conmigo.
 
Pero hagamos un trato:
yo quisiera contar con usted,
es tan lindo
saber que usted existe,
uno se siente vivo;
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos,
aunque sea hasta cinco.
 
No ya para que acuda
presurosa en mi auxilio,
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.

Los que no merecen ser mencionados

Los que no merecen ser mencionados

Hace unos días se llevó a cabo una masacre sin precedentes por un hombre que abrió fuego en dos mezquitas de Christchurch, un tranquilo pueblo de Nueva Zelanda. El último recuento de víctimas era de 50 fallecidos y más de 30 heridos que permanecen hospitalizados.

A partir de este triste evento, la primera ministra de ese país, Jacinda Arden, dio un gran ejemplo de liderazgo femenino al afirmar que jamás mencionará el nombre del autor de la matanza: “no le daremos nada, ni siquiera su nombre”, dijo la mandataria.

Su decisión me parece admirable y totalmente alineada con la de una mujer digna. Una mujer que sabe perfectamente que la persona que decidió cometer un crimen de tal magnitud no merece recibir reconocimiento alguno, mientras que las víctimas si merecen ser recordadas.

Y esto es de muchas maneras aplicable a nuestras propias experiencias de vida.

Tu “Christchurch” personal puede tomar diferentes formas: desde una relación abusiva, o un jefe ofensivo, o un compañero de trabajo grosero, o cualquier persona de la que sientas que estas recibiendo una agresión.

Lo más indicado en todas estas circunstancias es darte tu lugar y alejarte de esa persona, pero evidentemente no siempre es posible hacerlo inmediatamente. A veces toma algo de tiempo formalizar una separación o cambiar de trabajo, por ejemplo.

Lo que si puedes hacer, mientras te deslindas de la situación, es quitarle el poder a la persona que te está lastimando. ¿Cómo? Enfocándote en tu propia sanación, en tu propio desarrollo y crecimiento mientras dejas de pensar en tu agresor.

No mencionar o no darle importancia a esa persona no la va a hacer desaparecer, pero te va a ayudar a poner toda tu energía en la persona que más merece ser feliz: ¡TU!

40ymas el Libro