Dale tiempo al tiempo

¿Cuántas veces has juzgado un suceso como favorable cuando a la larga resulta que no lo es tanto? ¿Y cuantas veces has tachado a una persona como “mala” y al poco tiempo te das cuenta de que en realidad es “buena”?

Creo que lo anterior es algo que probablemente a todas nos ha sucedido alguna vez.  Nos sentimos, consciente o inconscientemente, jueces absolutos y certeros de todas  las personas y todos los eventos que nos rodean.

Pero te pregunto: ¿Según qué o quién es que algo o alguien es “bueno” o “malo”? ¿Quién decide lo que es favorable o desfavorable?  ¿Estas basando tus juicios en tu propia experiencia o en la de los demás? Y aún más importante: ¿Te basas en tu experiencia o en tu sabiduría al observar un suceso?

Recuerda que tu experiencia es lo que has acumulado en tu mente a través de tu vivencia exterior (la del mundo material) y tu sabiduría es lo que guardas en tu corazón gracias a tu relación con tu mundo interior, es decir, contigo misma.

Tu sabiduría te impide juzgar, porque dentro de ti sabes que los eventos, las cosas y las personas NO son buenas ni malas: ¡simplemente SON!

Es tu sabiduría la que te permite llegar a la conclusión de que la vida da vueltas, y que una situación que parece adversa puede convertirse en una verdadera bendición, siempre y cuando aprendamos a darle tiempo al tiempo…

La siguiente parábola china ilustra maravillosamente este concepto, espero que te guste:

Había una vez un campesino chino, pobre pero sabio, que trabajaba la tierra arduamente con su hijo. Un día el hijo le dijo: “¡Padre, qué desgracia! Se nos ha ido el caballo.” “¿Por qué le llamas desgracia?”, respondió el padre. “Veremos lo que trae el tiempo.”

A los pocos días el caballo regresó, acompañado de una yegua. “¡Padre, qué suerte!”, exclamó esta vez el muchacho. “Nuestro caballo ha traído otro caballo.” “¿Por qué le llamas suerte?,  contestó el padre. “Veamos qué nos trae el tiempo.”

Unos días después, el muchacho quiso montar a la yegua, y ésta, no acostumbrada al jinete, lo arrojó al suelo. El muchacho se quebró una pierna. “¡Padre, qué desgracia!” exclamó ahora el muchacho. “¡Me he quebrado la pierna!”  Y el padre, retomando su experiencia y sabiduría, dijo: “¿Por qué le llamas desgracia? Veamos lo que trae el tiempo.”

El muchacho no se convencía de la respuesta sino que lloriqueaba en su cama.

Pocos días después pasaron por la aldea los enviados del rey, buscando jóvenes para llevárselos a la guerra. Vinieron a la casa del campesino, pero cuando vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo.

El joven comprendió entonces que nunca hay que dar ni la desgracia ni la fortuna como absolutas, sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo, ya que en realidad no existe nada que sea absolutamente malo… ni bueno.

¿Estas aburrida?

Esta mañana escuché en el auto un programa de radio en donde hablaban del aburrimiento, lo cual me puso a pensar…

Se dice que el aburrimiento es el fastidio o cansancio que se genera a consecuencia de no tener nada que te divierta o te distraiga.  A esta condición, que todas hemos vivido alguna vez en nuestros 40ymás años, se le conoce también como hastío.

Si tomamos literalmente la definición anterior, entonces podríamos concluir que en el momento de encontrar algo que nos divierta, es decir, alguna forma de entretenimiento, entonces el aburrimiento desaparecerá.

Pero, ¿qué tan cierto es esto?

Si te sientes hastiada y decides ver cinco películas seguidas en la televisión para entretenerte, ¿se te quitara realmente el aburrimiento? ¿O el sentimiento regresara una vez que hayas terminado tu maratón “cineasta”?

Uno de los conductores del programa de radio que mencioné insiste en que para deshacerse del aburrimiento es necesario poner toda nuestra atención en encontrar algo que sea significativo para nosotros y entonces enfocarnos en realizarlo.

Pero, ¿cómo vas a enfocar tu atención en encontrar algo significativo cuando te invade el sentimiento  de hastío?  ¿Cuál puede ser tu motivación para transformar tu aburrimiento en diversión?

Creo que la clave para lograr disfrutar una vida entera en la cual no nos sintamos aburridas nunca es el aprender a vivir cada momento plenamente.  Es decir, vivir cada instante con totalidad enfocadas en el presente y no en el pasado o en el futuro.

Cuando tenemos consciencia de que para tener una vida feliz no se necesita de otra cosa que el crear la felicidad en cada uno de nuestros momentos presentes, entonces el aburrimiento desaparece.

El vivir totalmente cada momento significa usar todos tus sentidos, SIEMPRE.  Escucha, siente, ve, huele y gusta de cada experiencia que la vida te presenta.  Sin distracciones.  Sin pensar en lo que sucedió ayer o en lo que puede suceder mañana.

Aprende a cocinar totalmente, a manejar totalmente, a leer totalmente, a escribir totalmente, a disfrutar de tu pareja, tus amigos y tu familia totalmente… haz todo totalmente y veras que el aburrimiento nunca tendrá cabida en tu existir.

Construir sobre lo destruido

Ayer escuche en la radio a un comentarista que decía que el huracán Sandy, el cual ha devastado el noreste de los Estados Unidos, puede a mediano plazo ser la salvación de la economía de ese país, ya que debido a la destrucción de ciudades como Nueva York y la costa de Nueva Jersey se generarán miles de nuevos empleos dedicados a la reconstrucción.

Este comentario me dejo pensando en que todo, menos la perdida de vida humana, se puede “reconstruir” después de una tragedia si decidimos ver la situación desde un punto de vista positivo y de oportunidad en lugar de quedarnos “atoradas” en la desdicha.

El rompimiento de una relación sentimental, por ejemplo, es el equivalente a la destrucción de la misma.  Se “destruye” lo que habíamos creado en pareja y depende de nosotras si nos quedamos viendo las “ruinas” de lo que fue esa relación, llorando eternamente por lo que hubo en su momento, o si nos disponemos a reconstruir y fortificar nuestros cimientos emocionales para así tener la oportunidad de “construir” una nueva relación cuando llegue el momento.

Lo mismo aplica cuando nos quedamos sin empleo, cuando tenemos un problema de salud, o cuando cualquier cosa o situación importante para nosotras se complica, se debilita considerablemente, o simplemente llega a su fin.

Ese es el ciclo de la vida.  Construir sobre lo destruido.  Aprender de cada experiencia y levantarnos de las cenizas como el Ave Fénix  que muere para renacer en toda su gloria.

El poder de reinventarnos cada día como una mejor versión de nosotras mismas es uno de los dones que la vida nos ha dado, y es precisamente en los momentos de “destrucción” cuando podemos usar nuestra creatividad para transformar las dificultades en oportunidades de crecimiento.

Por eso la próxima vez que te sientas devastada y creas que tu vida se está viniendo abajo, recuerda que toda experiencia tiene su razón de ser y que de ti depende si decides usarla como una escalera que sube… o que baja.

Lo siento parece ser la palabra más difícil de decir

No lo digo solo yo.  El famoso cantante británico Elton John lleva muchos años recordándonos que “Lo siento parece ser la palabra más difícil de decir”.

Hace unas semanas compartí en este espacio cinco razones por las cuales el perdonar a quienes sentimos que nos han lastimado de una u otra manera es un proceso indispensable para nuestro crecimiento personal.

De la misma manera que el perdonar es una forma de liberarnos del pasado, el saber decir “lo siento” es una forma de aceptar la responsabilidad del efecto que lo que pensamos, decimos y hacemos tiene en todos y todo lo que nos rodea.

Todo, absolutamente todo lo que enviamos al mundo tiene el poder de generar algo.  Los humanos somos seres creativos por naturaleza y nuestras herramientas creadoras son precisamente nuestros pensamientos, palabras y acciones.

El problema es que muchas personas no son conscientes de esto, y lo que sucede es que cuando usamos esas herramientas inconscientemente lo que hacemos no es otra cosa más que terminar lastimando a otros – generalmente a quienes más amamos.

La palabra clave aquí es CONSCIENCIA.  Cuando tomamos consciencia de ese poder entonces comenzamos a hablar, a pensar y actuar con integridad y sin herir a los demás.  Pero mientras logramos vivir con total consciencia de nuestro poder creativo, es necesario aprender a decir frecuentemente “LO SIENTO”.

Decir “lo siento” no significa que estás dándole la razón a la otra persona, ni que estas siendo sumisa, ni que eres mala, ni que estas permitiendo que de hoy en adelante te pisoteen.  Decir “lo siento” sinceramente y desde el corazón es una de las llaves de amor más poderosas que existen en el proceso de reconocer que estamos aprendiendo a conocernos como los seres creativos que somos y que en ese aprendizaje es normal cometer errores.

¿Y si la otra persona no te quiere perdonar?  ¿Y si insiste en que te perdona pero nunca olvidará tus palabras o acciones?

No te agobies por ello.  Date crédito por haber tenido la fortaleza interna de haber movido la energía del perdón y acepta que toda acción tiene su consecuencia.

Por eso la próxima vez que sientas la necesidad de decir “lo siento” no lo veas como una humillación o un momento de debilidad, sino como una experiencia más que te ayudara a ti, y a la persona que te perdona, a vivir en armonía.