El resultado

La vida no es un resultado, es un procesoComo mujeres de más de 40 hemos vivido ya muchos años acostumbradas a que nuestra vida sea regida y juzgada en base a resultados: de pequeñas si no recogíamos nuestros juguetes, mamá no nos llevaba al parque; en la escuela si no sacábamos buenas calificaciones, nuestros padres nos regañaban; en el trabajo si no cumples con las metas de ventas mensuales, te arriesgas a perder tu empleo…

Vivimos tan enfocadas, obsesionadas, y hasta preocupadas en obtener buenos resultados en todo lo que hacemos que nos olvidamos de vivir y disfrutar del proceso.

Porque finalmente la vida es una sucesión de procesos, no solo de resultados.  La vida misma tiene un resultado.  Un único resultado que va a llegar tarde o temprano, nos guste o no nos guste: la muerte.

La muerte es el resultado de la vida, pero la vida también es un proceso.  No vivimos para morir, vivimos para disfrutar.

Con esto no quiero decir que te olvides de los resultados de los proyectos que emprendes, sino que te enfoques también en la belleza del camino que recorres para llegar a ese resultado.  Por ejemplo, si te pones a dieta “para bajar 5 kilos” es muy diferente que ponerte a dieta “para vivir más sanamente”.  ¿Te das cuenta?  Vivir sanamente es el camino que te va a llevar a bajar el peso que quieres,  el cual es más fácil de disfrutar y aceptar que si estas enfocada solo en los 5 kilos que te sobran.

“Estudio para crecer como persona” es muy diferente que “estudio para pasar la materia”; igual que “trabajo para superarme” es muy distinto que “trabajo para pagar la renta”.

Esto es precisamente lo que significa vivir plenamente.  Es el saber que estamos trabajando por algo y para algo: un sueldo al final del mes, una buena calificación al final del año, un reconocimiento o elogio por una labor bien hecha; pero que el sendero que escogemos para lograrlo puede ser tan dichoso o tan miserable como nosotras lo elijamos.

Vivir plenamente es disfrutar cada momento de la vida, porque cada instante es un regalo que llega a nosotras envuelto de miles de oportunidades para ser felices.

A todas las mujeres hermosas

Miles de pensamientos, poemas y canciones se han escrito en honor a las mujeres.  Somos verdaderas musas de muchos hombres que encuentran en la belleza femenina una inspiración para su obra.

Pero pocos son los hombres que realmente aprecian la belleza de la mujer cotidiana y la plasman tan hermosamente como lo ha hecho el escritor peruano Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010.

Lo que comparto con ustedes a continuación va más allá de un simple escrito.  Es una verdadera oda a las mujeres como tú y como yo que “sin medidas perfectas, sin tacones de vértigo”…y con algunas arrugas, somos hermosas aunque a veces lo olvidemos.

¡Espero que te guste y lo disfrutes tanto como yo!

Todas las flores del desierto están cerca de la luz

por Mario Vargas Llosa

Todas las mujeres bellas son las que yo he visto, las que andan por la calle con abrigos largos y minifaldas, las que huelen a limpio y sonríen cuando las miran. Sin medidas perfectas, sin tacones de vértigo. Las mujeres más bellas esperan el autobús de mi barrio o se compran bolsos en tiendas de saldo. Se pintan los ojos como les gusta y los labios de carmín de chino.

Las flores del desierto son las mujeres que tienen sonrisas en los ojos, que te acarician las manos cuando estás triste, que pierden las llaves al fondo del abrigo, las que cenan pizza en grupos de amigos y lloran sólo con unos pocos, las que se lavan el pelo y lo secan al viento.

Las bellezas reales son las que toman cerveza y no miden cuántas patatas han comido, las que se sientan en bancos del parque con bolsas de pipas, las que acarician con ternura a los perros que se acercan a olerlas. Las preciosas damas de chándal de domingo. Las que huelen a mora y a caramelos de regaliz.

Las mujeres hermosas no salen en revistas, las ojean en el médico, y esperan al novio, ilusionadas, con vestidos de fresas. Y se ríen libres de los chistes de la tele, y se tragan el fútbol a cambio de un beso.

Las mujeres normales derrochan belleza, no glamour, desgastan las sonrisas mirando a los ojos, y cruzan las piernas y arquean la espalda. Salen en las fotos rodeadas de gente sin retoques, riéndose a carcajadas, abrazando a los suyos con la felicidad embotellada de los grandes grupos.

Las mujeres normales son las auténticas bellezas, sin gomas ni lápices.  Las flores del desierto son las que están a tu lado.  Las que te aman y las que amamos.  Sólo hay que saber mirar más allá del tipazo, de los ojazos, de las piernas torneadas, de los pechos de vértigo. Efímeros adornos, vestigios del tiempo, enemigos de la forma y enemigos del alma. Vértigo de divas y llanto de princesas.

La verdadera belleza está en las arrugas de la felicidad…

El reto de saber recibir

“¡Pero que bonito vestido traes puesto, se te ve muy bien! … Bueno, no es mío, es que me lo prestó mi hermana, yo no tengo ropa tan linda…”

¿Te reconoces? ¿Eres de las que nos cuesta mucho trabajo recibir un elogio, un halago, o hasta un regalo de los demás?

Desafortunadamente a muchas mujeres nos sucede precisamente esto.  Somos buenísimas para dar y regalar, pero a la hora de recibir, como que “nos atoramos”.

No estamos acostumbradas a estar del otro lado de la balanza del dar-recibir y simplemente no sabemos cómo manejar una situación tan sencilla como dar las gracias con afecto y sin una explicación del porqué merecemos, o no, ese regalo o ese cumplido.

Para muchas mujeres nos es más difícil recibir que dar. ¿Por qué? Porque el recibir nos pone en una posición vulnerable y el dar nos hace sentir fuertes y con poder.  Para gozar del proceso de recibir, debemos aprender a estar en contacto con nuestra vulnerabilidad y cómodas con esa parte de nosotras que acepta que SI TENEMOS NECESIDADES, y que está bien que no seamos las que siempre damos.

Piensa que cuando te pones en posición de receptora, lo que estás haciendo es empoderar a quien te está dando u ofreciendo algo, ya que esa otra persona se siente fuerte y poderosa con el acto de darnos eso: un obsequio, su tiempo, un abrazo, unas palabras bellas…

Por eso te invito a que la próxima vez que quieras hacer sentir realmente bien a alguien, ¡simplemente recibe lo que te este dando sin explicaciones, con gusto y sobre todo con mucho aprecio!

Otra canción dedicada a nosotras

Creo que todas, o casi todas, conocemos bien la canción de Ricardo Arjona “Señora de las cuatro décadas”, esa canción que habla de que el tiempo no sabe marchitar nuestro toque sensual y la fuerza volcánica de nuestro mirar…

Lo que pocas saben es que existe otra bella canción interpretada por un gran cantante que también es dedicada a nosotras, mujeres de más de 40.  Se llama precisamente “Mujer de 40” (Mulher de 40) y es interpretada por el famoso cantante y compositor brasileño Roberto Carlos.

Probablemente la mayoría de nosotras no la conocemos porque la canta en portugués, pero es tan bella que decidí crear un video que incluye una traducción de la letra en español.

Es un verdadero poema a lo que somos y lo que representamos.  Una oda a nuestra belleza exterior y sobretodo interior.  ¡Una forma hermosa de recordarnos lo maravillosas y atractivas que somos a esta edad!

Gracias a Roberto Carlos por este bello regalo y espero que disfruten escuchando la canción tanto como yo.

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