¡Suelta las etiquetas!

¡Suelta las etiquetas!“Si tuvieras 10 años menos…”, me dijo hace unos días un  hombre mucho menor que yo, refiriéndose al hecho de que no cumplo con las expectativas en cuanto a la mujer “ideal” desde su punto de vista.

En vez de molestarme, me causó mucha risa, ya que si según el a mí me sobran años, según yo a él le faltan… si según el a mí me sobran centímetros de altura, según yo a él le faltan, y así podría yo hacer una lista eterna de cosas que “a uno le sobran y a el otro le faltan”.

Pero desde que soy una mujer de más de 40, algo importante que he aprendido es a dejar de lado esa manía tan arraigada y absurda que tenemos las personas de etiquetar y catalogar a los demás y a nosotras mismas.

Cuando tenía 33 años y acababa de pasar por un proceso de divorcio, decidí crear una lista de todas las “cualidades” de mi siguiente pareja desde su altura, peso, color, condición social, nivel de inteligencia, religión, empleo, pasatiempos, etc.  Y así me pasaba el tiempo buscando al hombre que cumpliera con todas esas expectativas que yo misma había creado sobre él, sin ni siquiera conocerlo.

Obviamente ese hombre NO existe y nunca existirá.  Porque si algo es seguro es que la expectativa es el camino más corto a la desilusión.

Y eso aplica no solo cuando de pareja sentimental se trata, sino que también aplica a cualquier relación que tengas en tu vida: de pareja, de amistad, de madre, de hija…

Es muy fácil decidir que tu hijo “debe” ser como tú quieres, o que tu padre “debe” actuar como tú actuarías, o que tu jefe “debe” ser como tú serías… pero la realidad es que no es TU papel decidir como “deben” ser o actuar las demás personas.

Lo que sí es tu papel es decidir cómo relacionarte con cada persona de tu vida.  Es tu responsabilidad alejarte de alguien si te está lastimando, así como es tu decisión si prefieres rodearte de personas con las que vibres más alto, seas más feliz y te sientas más en paz.

Por eso te invito hoy a soltar las etiquetas, a abrir tu corazón para que siempre lleguen las mejores experiencias y personas a tu vida, sin importar su edad, o su color de cabello, o su religión…

¿Por qué sentimos celos?

Los celos son una manifestación del amor y la ambición reprimidos¿Alguna vez has sentido o conoces a alguien que continuamente siente que no tolera que su pareja mire a otra mujer, hable con otra mujer, o hable de otra mujer?

¿Has pensado alguna vez que tú también te mereces todo eso que otra persona posee – una casa, un auto, una pareja, un mejor trabajo, unos hijos – y que no tienes en tu vida?

Si es así, no te preocupes, no es algo de que avergonzarse ya que los anteriores son sentimientos muy comunes, y la buena noticia es que se pueden transformar.

Así es, TRANSFORMAR.  No destruir, ni evitar, ni ignorar, ni luchar contra ellos, sino transformar.

Comencemos por identificar esos sentimientos.  En los dos casos anteriores estamos hablando de manifestaciones de celos.  En el primer caso de celos posesivos.  Esta no es una emoción natural, sino una expresión del amor reprimido.

El amor que ha sido condicionado, limitado, regido por reglas y reglamentos, por rituales y restricciones, controlado, manipulado y reprimido, se convierte en algo no natural.  Se convierte en una reacción en lugar de una respuesta.

Una reacción es la del instinto, la que expresamos inconscientemente; y una respuesta es la que expresamos desde nuestra intuición haciendo uso de nuestra consciencia.

Cuando identificas esas reglas, condicionamientos y creencias negativas que has hecho parte de tu amor hacia otra persona, entonces tienes la oportunidad magnífica de cambiarlas y, por lo tanto, de cambiar tu sentimiento.  Pero primero hay que reconocer que el sentimiento existe, aceptarlo, dejarlo fluir y así comenzar a transformarlo.  No desde tu “lucha” contra la emoción, sino desde tu aceptación de que ésta vive en tu ser.

Lo mismo sucede con el tipo de celos del segundo ejemplo.  Cuando sentimos que otra persona es mejor que nosotras lo que estamos manifestando es nuestra ambición reprimida.  La ambición es una emoción natural.   Es la que hace que desees hacer las cosas de nuevo, a esforzarte más, a continuar luchando hasta lograr el éxito. Es muy saludable y muy natural sentir ambición.

Pero cuando el punto de comparación para convertirnos en una mejor versión de nosotras mismas deja de ser nuestra propia experiencia interna, y comenzamos a compararnos con otras personas, entonces se manifiestan los celos envidiosos o envidia.  La envidia es una emoción muy poco natural.

Igual que con los celos posesivos, el secreto para transformar la envidia nuevamente en una emoción consciente que nos ayude a crecer como mujeres felices está en reconocer su existencia, no luchar contra ella, y a partir de ahí, desde nuestro corazón, cambiarla en un  sentimiento constructivo.

¿Te das cuenta?  Todas tus emociones son parte de ti y tú tienes el poder de usarlas como herramientas para crear la vida que deseas, o no.

¡Es tu decisión!

Lo siento parece ser la palabra más difícil de decir

No lo digo solo yo.  El famoso cantante británico Elton John lleva muchos años recordándonos que “Lo siento parece ser la palabra más difícil de decir”.

Hace unas semanas compartí en este espacio cinco razones por las cuales el perdonar a quienes sentimos que nos han lastimado de una u otra manera es un proceso indispensable para nuestro crecimiento personal.

De la misma manera que el perdonar es una forma de liberarnos del pasado, el saber decir “lo siento” es una forma de aceptar la responsabilidad del efecto que lo que pensamos, decimos y hacemos tiene en todos y todo lo que nos rodea.

Todo, absolutamente todo lo que enviamos al mundo tiene el poder de generar algo.  Los humanos somos seres creativos por naturaleza y nuestras herramientas creadoras son precisamente nuestros pensamientos, palabras y acciones.

El problema es que muchas personas no son conscientes de esto, y lo que sucede es que cuando usamos esas herramientas inconscientemente lo que hacemos no es otra cosa más que terminar lastimando a otros – generalmente a quienes más amamos.

La palabra clave aquí es CONSCIENCIA.  Cuando tomamos consciencia de ese poder entonces comenzamos a hablar, a pensar y actuar con integridad y sin herir a los demás.  Pero mientras logramos vivir con total consciencia de nuestro poder creativo, es necesario aprender a decir frecuentemente “LO SIENTO”.

Decir “lo siento” no significa que estás dándole la razón a la otra persona, ni que estas siendo sumisa, ni que eres mala, ni que estas permitiendo que de hoy en adelante te pisoteen.  Decir “lo siento” sinceramente y desde el corazón es una de las llaves de amor más poderosas que existen en el proceso de reconocer que estamos aprendiendo a conocernos como los seres creativos que somos y que en ese aprendizaje es normal cometer errores.

¿Y si la otra persona no te quiere perdonar?  ¿Y si insiste en que te perdona pero nunca olvidará tus palabras o acciones?

No te agobies por ello.  Date crédito por haber tenido la fortaleza interna de haber movido la energía del perdón y acepta que toda acción tiene su consecuencia.

Por eso la próxima vez que sientas la necesidad de decir “lo siento” no lo veas como una humillación o un momento de debilidad, sino como una experiencia más que te ayudara a ti, y a la persona que te perdona, a vivir en armonía.

Hablando se entiende la gente

¿Te has preguntado alguna vez por qué algunas relaciones de pareja parecen no funcionar por más tiempo que lleven juntos?

Las razones pueden ser muchas, pero la mayoría de las veces la respuesta es simple: una gran falta de comunicación por parte de una o ambas partes.

Hace unos días una persona muy cercana a mí me contó esta historia sobre su matrimonio que creo que ilustra perfectamente lo que nos sucede a muchas mujeres cuando estamos en una relación de pareja:

Esta pareja ya llevaba más de 10 años de casados y tenían un par de hijos.  Ella acababa de retomar sus estudios y comenzaba a cursar una carrera universitaria.  Un día atendieron un curso juntos en el que debían contestar varias preguntas por escrito.  A ella le preguntaron cuál era en ese momento su mayor anhelo en la vida, a lo que contestó que su mayor deseo era ser una exitosa profesionista ejerciendo su carrera.  A él le preguntaron cuál era en ese momento el mayor anhelo en la vida de su esposa, a lo que contestó que lo que ella mas deseaba en ese momento era estar casada con un hombre exitoso profesionalmente.

¿Te suena familiar?

Cuando no expresamos nuestros deseos, cuando no usamos nuestra voz, cuando no decimos lo que anhelamos, lo único que logramos es permitir que los otros adivinen y definan lo que somos y lo que deseamos ser.

Y esto se resuelve muy fácilmente: ¡HABLANDO!   Ya que como siempre he dicho “lo que no se comparte, se pierde”.  Si no compartes lo que deseas ¿cómo quieres que tus seres amados te apoyen y sean parte de tu crecimiento como mujer?

Por eso te invito a reflexionar sobre cómo anda estos días la comunicación en tus relaciones más cercanas.  ¿Sabes lo que tu pareja anhela en su vida el día de HOY? ¿Has platicado con tus hijos sobre sus sueños? Y lo más importante ¿saben ellos que es lo que TÚ deseas crear con tu vida?