La mayoría de las mujeres hemos vivido una vida dedicadas a asegurar la felicidad de la gente con la que nos relacionamos. Sentimos que es nuestra responsabilidad el que nuestros hijos, nuestros padres y, sobre todo, nuestra pareja sean felices.
¿Pero es realmente NUESTRA responsabilidad el que ELLOS tengan una vida dichosa?
Una relación sentimental sana no se basa en tener el control de la vida de la otra persona, o el poder de decidir si esa persona debe ser feliz o desdichada. Una relación sana se basa en dejar a la otra persona SER la mejor versión de sí misma, en darle el espacio para crecer como persona y en permitirle ser feliz cuando estas a su lado y también cuando no lo estas.
Esto no quiere decir que la otra persona use la relación para abusar de ti, o lastimarte o herirte de alguna manera. Muy al contrario, quiere decir que la otra persona es responsable de su propia felicidad JUNTO a ti o LEJOS de ti, pero nunca sobre ti o por debajo de ti.
Cuando comienzas a vivir tus relaciones desde un espacio de libertad mutua, en donde no esperas nada de la otra persona y la otra persona no espera nada de ti, entonces te puedes dedicar a usar tu propia luz para ayudar a tus seres queridos a alumbrar su propio camino sin el peso que implica sentir que tú eres responsable de su dicha o desdicha.