La importancia de las pausas

Las pausas son necesarias

¿Has sentido alguna vez que por más que le “echas ganas” a un proyecto o a un sueño las cosas simplemente se atoran y no se mueven hacia tu objetivo? ¿Te ha pasado que estas en medio de una relación y de repente sientes que no está sucediendo nada realmente trascendental entre tú y tu pareja?

Este sentimiento de que la vida se ha detenido como si hubieras hecho una pausa en lo que realmente es significativo en para ti es muy normal.  De hecho ¡las pausas son necesarias! 

Seguramente te preguntaras de dónde saco esta afirmación tan contundente… ¿Por qué es que las pausas, conscientes o inconscientes, son indispensables en la vida?

Para llegar a esta respuesta te voy a pedir que pienses en tu canción favorita e intentes escucharla en tu mente.  Si te das cuenta, la música es una combinación de sonidos y silencios o pausas.  Si una canción fuese compuesta solamente de sonidos, ¡se convertiría en un ruido insoportable!

Así como las pausas son necesarias para crear la melodía y el ritmo de la música, lo mismo sucede con nuestra vida.  No todo puede ser “sonido”, no todo puede ser movimiento, acción, proyectos, etc.  Necesitamos tener tiempos de silencio para que los tiempos de actividad realmente tengan esencia, profundidad y significado. Y es precisamente en esos momentos de silencio, de pausa, en donde podemos apreciar hacia donde deseamos llegar con nuestro movimiento.

Es precisamente por esta razón que después de escribir sin parar por casi cinco años,  los últimos dos meses dejé de escribir en este espacio que tanto amo.  No fue por falta de tiempo, o falta de interés o falta de cosas que escribir y compartir.  Fue una pausa consciente, que decidí tomar para poder apreciar desde mi silencio lo que realmente deseo seguir creando para 40YMAS desde lo más profundo de mi ser.

Por eso te invito hoy a no desesperarte cuando llega una pausa en cualquier aspecto de tu vida y que aprendas a usarla para apreciar lo que has logrado y escuchar a tu corazón desde ese silencio.  Porque tu corazón SIEMPRE sabe hacia dónde desea que lleves tu vida.  Tu corazón siempre sabe que es lo mejor para TI.

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¡Suelta las etiquetas!

¡Suelta las etiquetas!“Si tuvieras 10 años menos…”, me dijo hace unos días un  hombre mucho menor que yo, refiriéndose al hecho de que no cumplo con las expectativas en cuanto a la mujer “ideal” desde su punto de vista.

En vez de molestarme, me causó mucha risa, ya que si según el a mí me sobran años, según yo a él le faltan… si según el a mí me sobran centímetros de altura, según yo a él le faltan, y así podría yo hacer una lista eterna de cosas que “a uno le sobran y a el otro le faltan”.

Pero desde que soy una mujer de más de 40, algo importante que he aprendido es a dejar de lado esa manía tan arraigada y absurda que tenemos las personas de etiquetar y catalogar a los demás y a nosotras mismas.

Cuando tenía 33 años y acababa de pasar por un proceso de divorcio, decidí crear una lista de todas las “cualidades” de mi siguiente pareja desde su altura, peso, color, condición social, nivel de inteligencia, religión, empleo, pasatiempos, etc.  Y así me pasaba el tiempo buscando al hombre que cumpliera con todas esas expectativas que yo misma había creado sobre él, sin ni siquiera conocerlo.

Obviamente ese hombre NO existe y nunca existirá.  Porque si algo es seguro es que la expectativa es el camino más corto a la desilusión.

Y eso aplica no solo cuando de pareja sentimental se trata, sino que también aplica a cualquier relación que tengas en tu vida: de pareja, de amistad, de madre, de hija…

Es muy fácil decidir que tu hijo “debe” ser como tú quieres, o que tu padre “debe” actuar como tú actuarías, o que tu jefe “debe” ser como tú serías… pero la realidad es que no es TU papel decidir como “deben” ser o actuar las demás personas.

Lo que sí es tu papel es decidir cómo relacionarte con cada persona de tu vida.  Es tu responsabilidad alejarte de alguien si te está lastimando, así como es tu decisión si prefieres rodearte de personas con las que vibres más alto, seas más feliz y te sientas más en paz.

Por eso te invito hoy a soltar las etiquetas, a abrir tu corazón para que siempre lleguen las mejores experiencias y personas a tu vida, sin importar su edad, o su color de cabello, o su religión…

Cuando las cosas no salen como tú quieres

Entre más grande es tu expectativa, más grande será tu decepción

¿Te ha sucedido que tienes un proyecto o una idea y por más que te esmeras y pones el 100% de ti el resultado no es lo que deseabas?

¿Cómo te sientes cuando eso sucede? Porque creo que a la mayoría de las mujeres de más de 40 nos ha pasado algo similar por lo menos en una ocasión.

El sentimiento probablemente más común en estos casos es el de la decepción.  La decepción de saber que no cumpliste con tus expectativas; la decepción de saber que quizá le fallaste a otra persona en el proceso; la decepción de no saber el por qué las cosas no salen como tu deseas, cuando tú lo deseas.

Todas quisiéramos tener una “varita mágica” con la que pudiéramos asegurar el éxito de todas nuestras empresas, pero por muy “brujas” que lleguemos a ser, la realidad es que esa varita mágica no existe.

Lo que sí existe es nuestra capacidad de cambiar la percepción sobre nosotras mismas que es la que nos lleva a sentir esa decepción.

Piénsalo así: entre más grande es tu expectativa, más grande será tu decepción.

Con esto no quiero decir que no tengas sueños o metas u objetivos en la vida, ¡al contrario!  Lo que quiero decir es que nunca dejes de buscar lograr con éxito TODO lo que emprendas, pero que lo hagas con la conciencia de que las cosas no siempre salen como nosotras lo deseamos simple y sencillamente porque hay un millón de factores externos que lo pueden impedir.

Vive, sueña, emprende… pero recuerda que hay algo más grande que tú y que yo que acomoda las cosas y los eventos para nuestro bien superior, aunque muchas veces parezca que está sucediendo exactamente lo contrario.

Por eso vive sin expectativas, sin estar atada mentalmente a un resultado especifico, sabiendo que siempre, en cada instante, estás haciendo lo mejor que puedes, y que el resultado de tus experiencias es precisamente el que necesitas vivir en cada momento dado.

Por qué a eso hemos venido a este mundo: a transformarnos cada día en una mejor versión de nosotras mismas.

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De pasión a obsesión

Muchas mujeres caemos en el error de definirnos y validarnos a través de nuestra relación con un hombre.  Tu pasión es eso que da sentido a tu vida.  No es lo que haces o lo que tienes, sino lo que ERES y en lo que te estas convirtiendo cada día.  Pero ¿sabías que, desafortunadamente, es muy fácil confundir tu pasión con una obsesión?

Cuando encuentras tu pasión en la vida te sientes más que bien contigo misma.  Te conectas con quién eres y eso crea una maravillosa sensación de bienestar y paz.  Reconoces tu centro de poder femenino y sabes que puedes lograr todo lo que deseas, porque estas en conexión con quien más amas: tú misma.

Pero es muy fácil confundir esta sensación que nace dentro de nosotras mismas y que nos conecta con nosotras mismas con la que nos puede dar un estímulo externo, como puede ser una relación amorosa.

En una relación romántica nos podemos llegar a sentir muy apasionadas.  Muy conectadas con la otra persona y eso es muy bello, pero debemos estar conscientes que ese vínculo no es nuestra pasión.  El amar a alguien es una experiencia increíble que nos invita a compartir nuestro amor, pero no es lo que SOMOS, no es lo que nos define.

Muchas mujeres caemos en el error de definirnos y validarnos a través de nuestra relación con un hombre.

Sentirnos enamoradas, amadas, queridas y protegidas puede llegar a tomar más importancia que nuestra propia relación con nuestro ser.  ¿Y qué sucede cuando esa relación romántica termina? ¡Nos sentimos destruidas y obsesionadas porque no nos deje solas ese hombre que nos hizo sentir tan bien en su momento!

Y es exactamente en ese momento cuando muchas mujeres perdemos nuestra dignidad, rogándole a ese hombre que regrese a nuestra vida, aunque él ya no quiera estar con nosotras, creyendo que “no podemos vivir sin él”.

Nos obsesionamos con la persona como un adicto se obsesiona con su dosis de droga.  Queremos revivir el momento de éxtasis que sentimos alguna vez con ese hombre, pero no nos damos cuenta que en el deseo de revivir una situación que ya quedó en el pasado, que ya fue, que ya no existe más, nos estamos haciendo mucho daño.

Por eso es tan importante reconocer siempre que nuestra pasión no está y nunca estará basada en nuestra relación con otras personas o en lo que otras personas deciden que somos o no somos; sino con la relación que tenemos con nosotras mismas.  Tu pasión puede ser el ayudar a otras personas o el amar a otras personas, pero todo basado en TU propio crecimiento y tu propia conexión con tu SER interior.

Recuerda que tu experiencia exterior siempre será un reflejo de tu experiencia interior.  Amate mucho y no permitas que nadie tenga tanta influencia sobre ti como para hacer que pierdas de vista a la persona más importante en este mundo: ¡TU MISMA!