¿Cómo construye el internet puentes imaginarios?

Que las redes sociales han revolucionado el internet, no es ninguna novedad. El crecimiento en el  número de usuarios de éstas ha evolucionado de forma notoria. El simple hecho de que Facebook cuente hoy con más de un millón de millones de usuarios y que en la página de 40ymás en esta red social ya seamos casi 54,000 mujeres de más de 40 es testimonio de que hoy en día la mayoría de las personas tenemos una cuenta en alguna red social.

Existen redes sociales conocidas y utilizadas a nivel nacional y otras que son utilizadas en un contexto global, pero todas ellas construyen puentes imaginarios entre los usuarios. Tanto al compartir fotos, mensajes, videos, o al enviar obsequios, como por ejemplo pasteles o flores a través de tarjetas virtuales, servicio que es ofrecido por millares de sitios web.

Las conocidas e-cards han ganado importancia en los últimos años. Es posible a través de las mismas enviar mensajes musicales y hasta configurarlas de tal forma que parezcan un periódico o hasta un cartel de cine, incluyendo fotos de la persona que las recibe.

En lo personal, durante todos los años que viví fuera de mi país, utilicé mucho esta forma de mostrar afecto a mis seres queridos desde el otro lado del mundo.

Pero la realidad es que aunque el internet acorte la distancia, enviar tarjetas de flores por email, o a través de redes sociales no es lo mismo que entregar y recibir flores personalmente, ya que al leer un comentario o ver una imagen solo usamos uno de nuestros sentidos (la vista). En cambio, cuando recibimos un ramo de flores, podemos además de contemplarlas, al sentir el lindo perfume que emanan las mismas, acordarnos de momentos maravillosos que pasamos junto a la persona querida que las ha enviado.  Lo mismo acontece cuando algún familiar vive en el extranjero, podemos hablar con él por teléfono o enviarle algún recado, pero no se compara al verlo, y abrazarlo cuando finalmente visita nuestro hogar.

Es por eso que a pesar de tener algún costo, ahora que yo soy la que estoy en mi propio país y tengo familia y amigos fuera de México, intento, de vez en cuando y cuando la ocasión es importante y lo amerita, utilizar algunos métodos tradicionales, como enviar cartas por correo en vez de hacerlo por email y enviar flores a domicilio u otros obsequios utilizando una empresa de confianza en vez de hacerlo a través de redes sociales, ya que la frialdad de una máquina no se compara al valor de una muestra de cariño o al perfume de una rosa.

Construir sobre lo destruido

Ayer escuche en la radio a un comentarista que decía que el huracán Sandy, el cual ha devastado el noreste de los Estados Unidos, puede a mediano plazo ser la salvación de la economía de ese país, ya que debido a la destrucción de ciudades como Nueva York y la costa de Nueva Jersey se generarán miles de nuevos empleos dedicados a la reconstrucción.

Este comentario me dejo pensando en que todo, menos la perdida de vida humana, se puede “reconstruir” después de una tragedia si decidimos ver la situación desde un punto de vista positivo y de oportunidad en lugar de quedarnos “atoradas” en la desdicha.

El rompimiento de una relación sentimental, por ejemplo, es el equivalente a la destrucción de la misma.  Se “destruye” lo que habíamos creado en pareja y depende de nosotras si nos quedamos viendo las “ruinas” de lo que fue esa relación, llorando eternamente por lo que hubo en su momento, o si nos disponemos a reconstruir y fortificar nuestros cimientos emocionales para así tener la oportunidad de “construir” una nueva relación cuando llegue el momento.

Lo mismo aplica cuando nos quedamos sin empleo, cuando tenemos un problema de salud, o cuando cualquier cosa o situación importante para nosotras se complica, se debilita considerablemente, o simplemente llega a su fin.

Ese es el ciclo de la vida.  Construir sobre lo destruido.  Aprender de cada experiencia y levantarnos de las cenizas como el Ave Fénix  que muere para renacer en toda su gloria.

El poder de reinventarnos cada día como una mejor versión de nosotras mismas es uno de los dones que la vida nos ha dado, y es precisamente en los momentos de “destrucción” cuando podemos usar nuestra creatividad para transformar las dificultades en oportunidades de crecimiento.

Por eso la próxima vez que te sientas devastada y creas que tu vida se está viniendo abajo, recuerda que toda experiencia tiene su razón de ser y que de ti depende si decides usarla como una escalera que sube… o que baja.

Pon un Christian Grey en tu vida

SÍ, confieso que sucumbí a la tentación de leer el primer libro de la trilogía de E.L. James que ha causado sensación entre tantas mujeres de 40YMAS, “Cincuenta Sombras de Grey”.

Me decidí a leerlo, primero, porque lo mío es devorar cualquier libro que me pongan en frente y, segundo, por curiosidad de saber qué es lo que lo ha convertido tan rápidamente en un best seller del New York Times.  Y bueno, también por conocer algo de ese nuevo género literario que ha sido tan aptamente llamado por los críticos como “mommy porn” (pornografía para mamis).

El debate sobre si es buena o mala literatura es tema para otro sitio y momento, pero en lo que seguramente todas las mujeres que lo hemos leído estamos de acuerdo es que no nos caería nada mal tener a Christian Grey en nuestra vida.

Aunque sea por un ratito.

Y quizá sin sus manías pervertidas…  y sin sus cambios agresivos de carácter…  y sin su afán controlador y manipulador…  y sin…

¿O quizá lo que nos gustaría es simplemente el chico guapo, joven, “picante” y acaudalado con una personalidad más balanceada y sensible?

¿O quizá lo que realmente queremos es una pareja que no sea ni tan guapo, ni tan joven, ni tan millonario pero que nos trate con amor, respeto y con quien nos sintamos cómodas para experimentar cosas nuevas en la intimidad?

La verdad es que creo que todas ya tenemos un Christian Grey en nuestra vida o tenemos derecho a tenerlo.

“Christian Grey” puede ser esa parte de una relación íntima de pareja que osa salirse de la zona de confort, que se atreve a ver la intimidad sin miedos y con el deseo mutuo de divertirse y disfrutar plenamente sin lastimarse.

Porque cuando llegas a los 40ymás y aprendes a sentirte totalmente cómoda con tu cuerpo y con tu forma de compartir lo que te gusta, o no, con tu pareja, no necesitas que un chico multimillonario de 27 años te encierre en un cuarto rojo para ser feliz.

Pero si llegara a suceder… ¡no te olvides de contarnos!

Lo siento parece ser la palabra más difícil de decir

No lo digo solo yo.  El famoso cantante británico Elton John lleva muchos años recordándonos que “Lo siento parece ser la palabra más difícil de decir”.

Hace unas semanas compartí en este espacio cinco razones por las cuales el perdonar a quienes sentimos que nos han lastimado de una u otra manera es un proceso indispensable para nuestro crecimiento personal.

De la misma manera que el perdonar es una forma de liberarnos del pasado, el saber decir “lo siento” es una forma de aceptar la responsabilidad del efecto que lo que pensamos, decimos y hacemos tiene en todos y todo lo que nos rodea.

Todo, absolutamente todo lo que enviamos al mundo tiene el poder de generar algo.  Los humanos somos seres creativos por naturaleza y nuestras herramientas creadoras son precisamente nuestros pensamientos, palabras y acciones.

El problema es que muchas personas no son conscientes de esto, y lo que sucede es que cuando usamos esas herramientas inconscientemente lo que hacemos no es otra cosa más que terminar lastimando a otros – generalmente a quienes más amamos.

La palabra clave aquí es CONSCIENCIA.  Cuando tomamos consciencia de ese poder entonces comenzamos a hablar, a pensar y actuar con integridad y sin herir a los demás.  Pero mientras logramos vivir con total consciencia de nuestro poder creativo, es necesario aprender a decir frecuentemente “LO SIENTO”.

Decir “lo siento” no significa que estás dándole la razón a la otra persona, ni que estas siendo sumisa, ni que eres mala, ni que estas permitiendo que de hoy en adelante te pisoteen.  Decir “lo siento” sinceramente y desde el corazón es una de las llaves de amor más poderosas que existen en el proceso de reconocer que estamos aprendiendo a conocernos como los seres creativos que somos y que en ese aprendizaje es normal cometer errores.

¿Y si la otra persona no te quiere perdonar?  ¿Y si insiste en que te perdona pero nunca olvidará tus palabras o acciones?

No te agobies por ello.  Date crédito por haber tenido la fortaleza interna de haber movido la energía del perdón y acepta que toda acción tiene su consecuencia.

Por eso la próxima vez que sientas la necesidad de decir “lo siento” no lo veas como una humillación o un momento de debilidad, sino como una experiencia más que te ayudara a ti, y a la persona que te perdona, a vivir en armonía.