Pon un Christian Grey en tu vida

SÍ, confieso que sucumbí a la tentación de leer el primer libro de la trilogía de E.L. James que ha causado sensación entre tantas mujeres de 40YMAS, “Cincuenta Sombras de Grey”.

Me decidí a leerlo, primero, porque lo mío es devorar cualquier libro que me pongan en frente y, segundo, por curiosidad de saber qué es lo que lo ha convertido tan rápidamente en un best seller del New York Times.  Y bueno, también por conocer algo de ese nuevo género literario que ha sido tan aptamente llamado por los críticos como “mommy porn” (pornografía para mamis).

El debate sobre si es buena o mala literatura es tema para otro sitio y momento, pero en lo que seguramente todas las mujeres que lo hemos leído estamos de acuerdo es que no nos caería nada mal tener a Christian Grey en nuestra vida.

Aunque sea por un ratito.

Y quizá sin sus manías pervertidas…  y sin sus cambios agresivos de carácter…  y sin su afán controlador y manipulador…  y sin…

¿O quizá lo que nos gustaría es simplemente el chico guapo, joven, “picante” y acaudalado con una personalidad más balanceada y sensible?

¿O quizá lo que realmente queremos es una pareja que no sea ni tan guapo, ni tan joven, ni tan millonario pero que nos trate con amor, respeto y con quien nos sintamos cómodas para experimentar cosas nuevas en la intimidad?

La verdad es que creo que todas ya tenemos un Christian Grey en nuestra vida o tenemos derecho a tenerlo.

“Christian Grey” puede ser esa parte de una relación íntima de pareja que osa salirse de la zona de confort, que se atreve a ver la intimidad sin miedos y con el deseo mutuo de divertirse y disfrutar plenamente sin lastimarse.

Porque cuando llegas a los 40ymás y aprendes a sentirte totalmente cómoda con tu cuerpo y con tu forma de compartir lo que te gusta, o no, con tu pareja, no necesitas que un chico multimillonario de 27 años te encierre en un cuarto rojo para ser feliz.

Pero si llegara a suceder… ¡no te olvides de contarnos!

Lo siento parece ser la palabra más difícil de decir

No lo digo solo yo.  El famoso cantante británico Elton John lleva muchos años recordándonos que “Lo siento parece ser la palabra más difícil de decir”.

Hace unas semanas compartí en este espacio cinco razones por las cuales el perdonar a quienes sentimos que nos han lastimado de una u otra manera es un proceso indispensable para nuestro crecimiento personal.

De la misma manera que el perdonar es una forma de liberarnos del pasado, el saber decir “lo siento” es una forma de aceptar la responsabilidad del efecto que lo que pensamos, decimos y hacemos tiene en todos y todo lo que nos rodea.

Todo, absolutamente todo lo que enviamos al mundo tiene el poder de generar algo.  Los humanos somos seres creativos por naturaleza y nuestras herramientas creadoras son precisamente nuestros pensamientos, palabras y acciones.

El problema es que muchas personas no son conscientes de esto, y lo que sucede es que cuando usamos esas herramientas inconscientemente lo que hacemos no es otra cosa más que terminar lastimando a otros – generalmente a quienes más amamos.

La palabra clave aquí es CONSCIENCIA.  Cuando tomamos consciencia de ese poder entonces comenzamos a hablar, a pensar y actuar con integridad y sin herir a los demás.  Pero mientras logramos vivir con total consciencia de nuestro poder creativo, es necesario aprender a decir frecuentemente “LO SIENTO”.

Decir “lo siento” no significa que estás dándole la razón a la otra persona, ni que estas siendo sumisa, ni que eres mala, ni que estas permitiendo que de hoy en adelante te pisoteen.  Decir “lo siento” sinceramente y desde el corazón es una de las llaves de amor más poderosas que existen en el proceso de reconocer que estamos aprendiendo a conocernos como los seres creativos que somos y que en ese aprendizaje es normal cometer errores.

¿Y si la otra persona no te quiere perdonar?  ¿Y si insiste en que te perdona pero nunca olvidará tus palabras o acciones?

No te agobies por ello.  Date crédito por haber tenido la fortaleza interna de haber movido la energía del perdón y acepta que toda acción tiene su consecuencia.

Por eso la próxima vez que sientas la necesidad de decir “lo siento” no lo veas como una humillación o un momento de debilidad, sino como una experiencia más que te ayudara a ti, y a la persona que te perdona, a vivir en armonía.

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¡Espero que disfrutes leyendo el libro tanto como yo disfrute al escribirlo!

¿Qué hacer cuando te sientes mal contigo misma?

Por muy positivas, experimentadas, sabias y tenaces que seamos hay que reconocer que todas pasamos por momentos en que sentimos que “no nos está yendo tan bien como deseamos”.

Quizá estemos pasando por una difícil situación económica, o un momento duro sentimentalmente hablando.  O es posible que nos lleguemos a sentir frustradas porque llevamos semanas a dieta y la báscula insiste en no mostrarnos el peso que nosotras esperamos.

Sea cual sea la razón por la cual nos sentimos mal con nosotras mismas en cualquier momento dado, el origen de ese sentimiento generalmente se basa en la esperanza de algo que no sucedió y que nos ha llevado a la decepción.

Porque la expectativa es el camino más corto a la desilusión.

Cuando basamos nuestra felicidad en esperar que sean otros los que nos la proporcionen, o cuando nos fijamos metas absurdas y difíciles de alcanzar en la esperanza de que suceda un milagro, lo que invariablemente sucede es que terminamos sintiéndonos mal con nosotras mismas.

A mí me sucede seguido que me encuentro sintiendo mucha tristeza cuando las cosas no suceden como a mí me habría gustado.  Soy muy apasionada, por lo que pongo el 100% de mí en los proyectos en los que  me involucro esperando que siempre sean un éxito.  Eso es precisamente lo que motiva mi entrega.  Pero la realidad es que muchas veces no es así: hay proyectos exitosos y otros que no lo son.

Es normal sentir algo de tristeza cuando las cosas no salen como uno lo espera, ya que la tristeza es la emoción con la que decimos adiós a las situaciones y personas que ya no forman parte de nuestra vida.  Y cuando un proyecto o una relación no funcionan es muy absurdo quedarse atada a ellos, ¡hay que decirles adiós para así poder iniciar nuevos planes en nuestra vida!

Pero no te quedes estancada en esa tristeza.  Mejor aprende de la experiencia y úsala para analizar el porqué del origen de tu expectativa, y por consecuencia de tu desilusión:

  • Si estas esperando que sea otra persona la que reaccione como tú quieres que lo haga y eso es lo que te ha desilusionado, entonces ¡recupera ese poder que le has dado para regir tus sentimientos y hazte dueña nuevamente de tu propia felicidad!
  • Si lo que sucede es que te has puesto metas casi inalcanzables, entonces se un poco más generosa contigo misma: reajusta tus objetivos y ¡date crédito por lo que has logrado en el intento!

Recuerda que la vida nos da la oportunidad de experimentarnos como seres felices o desdichados, y la elección de una u otra experiencia es totalmente nuestra.