¡Gimnasta a los 86!

¿Cuántas veces te has oído decir que no puedes hacer algo porque “ya no tienes la edad”?  ¡Espero que no hayan sido muchas y que después de conocer la historia de Johanna Quaas te quedes sin ganas de repetir esa frase en el futuro!

Johanna es una alemana que nació hace nada menos que 86 años y quien cuenta con una musculatura que ya quisiéramos muchas mujeres de la mitad de su edad.  Hace tiempo fue miembro del equipo campeón de hándbol de su país  y no se crean que comenzó a practicar la gimnasia desde niña… ¡Johanna se inició en este deporte a los 30 años de edad!

Actualmente es campeona de gimnasia artística de la categoría “senior” en Alemania y su edad no ha sido un obstáculo para seguir compitiendo con la fuerza y flexibilidad de una chica de 20 años.

Comparto contigo un video de una de sus últimas rutinas y mientras lo ves te invito a reflexionar sobre el hecho de que todos esos obstáculos que creemos que existen en nuestro camino son en realidad creados en nuestra mente y que nosotras mismas decidimos si ignorarlos y seguir disfrutando de esta vida, o si preferimos vivir limitadas por ellos.

¡No ignoremos a la Johanna Quaas que todas llevamos dentro y sigamos firmes en nuestro deseo de seguir desarrollándonos SIEMPRE como mujeres plenas y felices!

Si no puedes ver el video haz clic aquí.

La verdadera riqueza

Ayer fui a dejar a mi hija a casa de una amiguita que vive en uno de los fraccionamientos más lujosos de la ciudad.  “Aquí vive la gente más rica de la ciudad, ¿verdad mami?”, fue su pregunta, la cual sonó más  bien a afirmación.

“No, le conteste sin pensarlo dos veces, porque si fuera así, yo viviría aquí”.

Esa corta platica me puso a reflexionar en todo eso por lo cual estoy agradecida en la vida.  En todas esas riquezas que he tomado por un hecho y que rara vez me detengo a apreciar realmente por vivir distraída y enfocada en tonterías.

Mi fortuna hoy en día es inmensa.  No la mido en tesoros físicos, sino en experiencias que han enriquecido mi vida durante mis 40 y más años de vida.

La existencia ha sido sumamente generosa conmigo y por eso le doy gracias.

Gracias, entre muchas otras cosas, porque…

  • No tengo una casa de lujo, pero tengo un hogar que comparto con una hija que amo y que me ama.
  • No tengo un auto de colección, pero tengo un cuerpo sano que me ayuda a conducirme firmemente por la vida.
  • No tengo una cuenta de banco con millones, pero cuento con millones de experiencias propias y compartidas conmigo por mujeres maravillosas que pertenecen a este espacio y que han depositado en mí su cariño y su confianza.
  • No tengo un avión propio, pero cuento con una capacidad creativa y de imaginación infinita que me lleva a atreverme a vivir experiencias exóticas y sumamente emocionantes.
  • No pertenezco a ningún club exclusivo, pero tengo amigos sinceros y una familia que me ama como soy.
¿Y TÚ, te has puesto a pensar alguna vez cual es TU verdadera riqueza?

A todas las mujeres hermosas

Miles de pensamientos, poemas y canciones se han escrito en honor a las mujeres.  Somos verdaderas musas de muchos hombres que encuentran en la belleza femenina una inspiración para su obra.

Pero pocos son los hombres que realmente aprecian la belleza de la mujer cotidiana y la plasman tan hermosamente como lo ha hecho el escritor peruano Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010.

Lo que comparto con ustedes a continuación va más allá de un simple escrito.  Es una verdadera oda a las mujeres como tú y como yo que “sin medidas perfectas, sin tacones de vértigo”…y con algunas arrugas, somos hermosas aunque a veces lo olvidemos.

¡Espero que te guste y lo disfrutes tanto como yo!

Todas las flores del desierto están cerca de la luz

por Mario Vargas Llosa

Todas las mujeres bellas son las que yo he visto, las que andan por la calle con abrigos largos y minifaldas, las que huelen a limpio y sonríen cuando las miran. Sin medidas perfectas, sin tacones de vértigo. Las mujeres más bellas esperan el autobús de mi barrio o se compran bolsos en tiendas de saldo. Se pintan los ojos como les gusta y los labios de carmín de chino.

Las flores del desierto son las mujeres que tienen sonrisas en los ojos, que te acarician las manos cuando estás triste, que pierden las llaves al fondo del abrigo, las que cenan pizza en grupos de amigos y lloran sólo con unos pocos, las que se lavan el pelo y lo secan al viento.

Las bellezas reales son las que toman cerveza y no miden cuántas patatas han comido, las que se sientan en bancos del parque con bolsas de pipas, las que acarician con ternura a los perros que se acercan a olerlas. Las preciosas damas de chándal de domingo. Las que huelen a mora y a caramelos de regaliz.

Las mujeres hermosas no salen en revistas, las ojean en el médico, y esperan al novio, ilusionadas, con vestidos de fresas. Y se ríen libres de los chistes de la tele, y se tragan el fútbol a cambio de un beso.

Las mujeres normales derrochan belleza, no glamour, desgastan las sonrisas mirando a los ojos, y cruzan las piernas y arquean la espalda. Salen en las fotos rodeadas de gente sin retoques, riéndose a carcajadas, abrazando a los suyos con la felicidad embotellada de los grandes grupos.

Las mujeres normales son las auténticas bellezas, sin gomas ni lápices.  Las flores del desierto son las que están a tu lado.  Las que te aman y las que amamos.  Sólo hay que saber mirar más allá del tipazo, de los ojazos, de las piernas torneadas, de los pechos de vértigo. Efímeros adornos, vestigios del tiempo, enemigos de la forma y enemigos del alma. Vértigo de divas y llanto de princesas.

La verdadera belleza está en las arrugas de la felicidad…

¿Quién te lo impide?

¿Te gustaría tomar un curso o taller sobre algo que te apasiona, o adoptar un nuevo hobby, o cambiar de trabajo, o iniciar un negocio propio, o retomar tu carrera universitaria, o volver a la escuela y terminar la preparatoria…?

¿Contestaste SI a alguna de las preguntas anteriores? Entonces, te has preguntado alguna vez “¿por qué no lo hago y qué es lo que me impide que cumpla mi sueño de hacer lo que deseo académicamente o profesionalmente?”

Seguramente tu respuesta sonará algo como: “porque… no tengo dinero, no tengo tiempo, no tengo el apoyo de mi familia, no tengo la edad, no tengo la seguridad de que lo pueda lograr…”

En realidad todo lo anterior son solo excusas.  Son maneras de responsabilizar a otros de tu éxito o fracaso en la vida y de manifestar tu miedo a descubrir que en realidad tienes la capacidad de llegar tan alto y tan lejos como tú te lo propongas.

Así es, quien generalmente nos impide que logremos nuestros sueños y alcancemos nuestras metas no es nadie más que nosotras mismas.  Las mujeres somos muy buenas para boicotear nuestra felicidad cuando en el fondo de nuestro corazón sabemos muy bien que contamos con una gran fortaleza y tenacidad.

Esa fortaleza y tenacidad las usamos día a día para proteger a nuestra familia de las adversidades y para impulsar a nuestros hijos a crecer como personas integras.  Y se nos olvida que esas cualidades tan femeninas las podemos usar también a nuestro favor para convertir nuestros anhelos en experiencias personales que nos lleven a la plenitud.

Por eso te invito a que en tu próximo momento de  calma y reflexión tomes papel y lápiz y anotes eso que te gustaría con todo tu corazón hacer o estudiar o emprender.   Luego escribe todas las “excusas” que te has dado hasta ahora para no materializar tus sueños.  Finalmente, anota junto a cada excusa un muy grande “¡SI PUEDO!”, cierra tus ojos y visualízate sobrellevando esos obstáculos que has creado en tu mente.

Porque TU puedes hacer todo lo que deseas para ser feliz siempre y cuando creas en ti misma y en tu potencial para hacerlo y serlo.