Algo que muchas mujeres hemos aprendido después de los 40 es que las tormentas de la vida dejan huellas indelebles en nosotras que, aunque no siempre lo apreciamos en su momento, son maravillosamente perfectas.
Muchas hemos vivido experiencias duras y tristes como lo es la muerte o enfermedad de un ser querido, la angustia de ser parte de una familia disfuncional, el dolor causado por el abuso físico o psicológico de nuestra pareja, la decepción de perder una amiga de toda la vida, o la frustración de ser víctimas de un engaño por parte de alguien en quien confiábamos.
Todas y cada una de estas vivencias dejan una huella en nuestra vida y en la de los que nos rodean. Son experiencias necesarias en el contexto completo de lo que es nuestra existencia, de lo que somos y de en lo que nos estamos convirtiendo. Por eso, aunque no lo queramos aceptar, esas vivencias dolorosas son perfectas.
Recordemos que no estamos solas. Somos parte de un universo maravilloso y todas las experiencias que vivimos tienen una razón de SER. Este universo es como un gran mural en donde cada una de nosotras es una pincelada, y todas las pinceladas son necesarias para crear esa obra de arte.
¡Pero si duele!
Claro que duele. Las tormentas de la vida pueden doler, y mucho. ¿Qué digo yo? ¡duelen muchísimo!
Pero no olvidemos que esas experiencias difíciles son las que nos ayudan a cambiar, a crecer, a transformarnos, a convertirnos en lo que somos y en lo que deseamos SER. Esa es la forma en que la naturaleza funciona.
La naturaleza, por ejemplo, ha creado a la oruga, un insecto con poderosas mandíbulas que es bastante destructor. La oruga una vez que ha crecido lo suficiente teje un capullo en donde lleva a cabo su metamorfosis. Al final de esta transformación milagrosa la oruga se convierte en mariposa, un SER hermoso que tiene que luchar con mucho dolor para poder deshacerse de ese capullo y comenzar su nueva vida. ¡Así que el dolor de la mariposa vale la pena!
Por eso te invito a que cada vez que te enfrentes a una situación dificil pienses en la transformación de la oruga en mariposa, y recuerdes que cada desafío tiene una razón de ser y que tú tienes todo lo que necesitas dentro de ti para enfrentarlo, crecer, y continuar siendo la mujer bella y maravillosa que eres y que siempre serás.