Participación ganadora del concurso: “Lo que hice por primera vez después de los 40”
Por: Fanny Villagra
Nunca me gustó festejar mis cumpleaños, siempre prefería que mi marido me invitara a cenar fuera. Pero ese año fue diferente, cumplía 40, era un número al que la mayoría de las mujeres le tememos, pero yo quería “tirar la casa por la ventana”. Así lo hice, una gran fiesta de gala, con mi familia y amigos.
Pero ahí quedó todo, la vida continuó igual. Mis cuarenta continuaron igual.
Sin darme cuenta muy bien como pasó todo, como tan rápido llegue a esa situación, el día que cumplí 43 años fue el mas triste de mi vida: se me vino el mundo encima, solo vi oscuridad, solo quise desaparecer, solo quise irme con él…
El amor de mi vida, el padre mis hijos, mi amigo, mi amante, fue al cielo a convertirse en mi “ángel”.
Allí se marcó mi vida, allí sentí que se acababa, que ya no tenia mas nada que hacer acá. Mis hijos grandes, casi con sus vidas armadas. Sentía que nadie me necesitaba, que no le hacía falta a nadie, es decir, me sumergí en una absoluta obscuridad.
La depresión comenzó a mandar en mi vida. Llene mi cuerpo, mis sentimientos, emociones, y pensamientos de medicamentos. No quería sentir, ver, pensar, nada, no quería VIVIR. La vida continuaba, todo seguía su curso, los momentos pasaban, pero yo no me sentía allí, yo sentía que el tiempo se había detenido.
Una mañana desperté, abrí la ventana de mi habitación, había un bello sol iluminando y dando su calor, corría una brisa que tocaba mi piel y lograba hacerme “sentir”. Sentir…ese era mi miedo. No sabía si volvería a sentir amor, pasión, dolor, rabia. ¡Nada! Solo deseaba sentir algo.
Pero logré darme cuenta que estaba viva, que respiraba, y me sentí agradecida por eso.
En ese momento tomé una gran decisión: decidí que volvería a VIVIR.
A mis 40 y tantos, VOLVI A NACER. Sentí que era otra mujer, sentí que me debía a mi misma el volver a quererme, volver a ser yo misma, única, feliz.
Nunca dejé de serlo, pero durante 23 años fui más esposa, madre, compañera. Las mujeres nos dejamos un poco de lado.
No hice nada extraño, nada fuera de lo común, no me tiré en paracaídas, ni he aprendido a bailar Tango, pero he logrado otras cosas importantes, como sentir que soy otra persona, otra mujer, que aprende de a poco a vivir, que aprende a sentir, a seguir mi camino con la frente en alto, sin importar lo que piensen los demás, sin importar si les gusta o no quien soy ahora. Solo me importa estar bien conmigo misma, quererme tal como soy, respetarme.
Aprendí que las cosas simples de la vida son importantes, el disfrutar un día soleado o tan solo encantarme con una luna llena que ilumina mi jardín.
Aprendí a amar sin esperar nada a cambio… a dar, entregar, hacer feliz a los demás.
Aprendí a agradecer por todo lo bello que la vida me ha entregado y lo que me sigue entregando.
Aprendí a valorar y a aceptar a las personas tal como son, sin pretender cambiarlas… y a la vez aprendí que no debo cambiar yo por nadie, tan solo por mi misma.
Aprendí a sentir que estoy en la mejor etapa de mi vida, con una madurez justa, con la juventud dentro de mi corazón, con ganas de hacer cosas, moverme por esta tierra, descalza, sintiendo cada partícula de mi cuerpo, tan solo eso sentir.
Aprendí a mirar la vida con ojos positivos, abriendo los brazos para recibir el amor, la abundancia y la energía que emana de la vida.
Aprendí a dejar el pasado atrás, solo a quedarme con los hermosos momentos vividos… Aprendí a no angustiarme por el futuro, porque no sabemos que pasará mañana… Aprendí a disfrutar el hoy, ahora, este momento es cuando estoy respirando, suspirando…
Hoy puedo decir con absoluta certeza, alegría y agradecimiento, que lo que hice por primera vez a mis 40 y tantos es ¡RENACER A LA VIDA Y CONVERTIRME EN UNA NUEVA MUJER DE 45 AÑOS!