Participación ganadora del concurso: “Lo que hice por primera vez después de los 40”
Por: Dora Cecilia Martínez Cruz
Desde niña siempre fui gordita, no exagerado pero si rellenita. El agravante mayor es que en casa me decían que, comparada con mis hermanos, yo era la menos notable, la que “menos aptitudes tenía para algo”, si así se puede expresar. Por ese mismo motivo crecí llena de inseguridades y convencida que no era capaz de lograr nada altruista.
Después de los 40 me convertí en una mujer algo obesa y muy sedentaria; esto comenzó a afectar mi salud, en especial la de mis extremidades inferiores. Después del embarazo de mi única hija, las venas várices hicieron de las suyas en mis piernas. El dolor fue incrementando con los días, al igual que mi negativa a asistir a paseos donde hubiera piscina o al mar, para no mostrar las piernas. En fin, tuve que ser sometida a una cirugía, en la cual extrajeron la vena safena de ambas extremidades.
El cirujano me dijo que a partir de ese momento tenía que ayudar a mis piernas, y la circulación sanguínea de las mismas, para evitar males mayores. Además debía bajar de peso, ya que al faltar esta vena tan importante, sumado al sobrepeso, solo el ejercicio podía lograr que mi organismo funcionara normalmente.
Hace ocho años ingresé por primera vez a un gimnasio y comencé una rutina de ejercicio cardiovascular, pero con el tiempo, y al no ver avances significativos, como que fui perdiendo el interés y se convirtió para mí en una rutina obligatoria y nada más.
A los seis meses de ir al gimnasio, subí a ver la sala de aeróbicos porque me habían dicho que éstos ayudan a quemar grasa y además es una disciplina muy bonita y divertida a la vez. Me animé y subí un día a la primera clase, pues como no bailo mal creí erróneamente, como todas las personas, que por este hecho se me facilitarían los aeróbicos. Pues me di un palmo de narices. Duré 10 minutos a lo sumo en aquella sala y me sentí la persona más torpe del mundo, así que tomé la decisión de irme del salón y no volver a pasar ni por el frente.
A los seis meses de esta negativa experiencia, mi hija se matriculó en el gimnasio también y cierto día me dijo: “Mami, subamos a hacer aeróbicos”. Ante mi negativa ella me dijo que se comprometía a guiarme para que fuera tomando confianza. Así fue entonces mi comienzo en los aeróbicos. No fue fácil y aún me falta demasiado, pero con constancia y dedicación, he logrado muchas cosas como bajar de peso, manejar a la perfección mi lateralidad, ejercito mi cerebro, he aprendido muchas cosas y ya he ganado tres maratones de aeróbicos en la modalidad “Máster”.
Ahora, dentro de esta misma disciplina, por fin he cumplido el mayor sueño de mi vida que es bailar salsa de exhibición. Este año inicié mis clases y ha sido maravilloso.
Por eso les digo a mis amigas de 40ymás, que no escuchen cuando se refieren a ellas como personas incapaces, porque puede ser que no tengamos aptitudes para algunas cosas, pero debemos darnos la oportunidad de descubrir cuáles son las que poseemos.
Esto fue para mí el mayor crecimiento personal y moral en mi vida. Por fin gané el reto que me impuse a mí misma. Me demostré que SI puedo lograr muchas cosas, que no tenemos por qué saberlo todo y mi ego se siente halagado hoy en día, cuando mis propias compañeras de ejercicio, me dicen: “¡Cómo coordinas de bien en los aeróbicos! ¿Cuántos años llevas practicándolos?” O cuando me dicen “¿Puedo hacerlos a tu lado para lograrlo yo también?” O el último halago de otra compañera que me dijo: “Qué bonito bailas la salsa, qué armonía tienes, bailas hermoso como una profesional, da gusto verte bailar, qué envidia no poderlo hacer así de bien…” Yo simplemente le contesté: tú sigue con constancia y paciencia y llegarás muy lejos.
Entonces amigas mías, aprendí después de los 40, que soy valiosa, que tengo capacidades únicas en mí, que puedo ser inspiración y motivo de imitación para muchas personas. Después de mis 40, me convencí de todo lo contrario a lo que me dijeron a lo largo de mi vida: QUE SI SOY CAPAZ DE MUCHAS COSAS, NO IMPORTA LA EDAD. PARA MÍ LA EDAD, ES SOLO UN NÚMERO, QUE SOLO ES IMPORTANTE PARA MI MÉDICO.