“¡Pero que bonito vestido traes puesto, se te ve muy bien! … Bueno, no es mío, es que me lo prestó mi hermana, yo no tengo ropa tan linda…”
¿Te reconoces? ¿Eres de las que nos cuesta mucho trabajo recibir un elogio, un halago, o hasta un regalo de los demás?
Desafortunadamente a muchas mujeres nos sucede precisamente esto. Somos buenísimas para dar y regalar, pero a la hora de recibir, como que “nos atoramos”.
No estamos acostumbradas a estar del otro lado de la balanza del dar-recibir y simplemente no sabemos cómo manejar una situación tan sencilla como dar las gracias con afecto y sin una explicación del porqué merecemos, o no, ese regalo o ese cumplido.
Para muchas mujeres nos es más difícil recibir que dar. ¿Por qué? Porque el recibir nos pone en una posición vulnerable y el dar nos hace sentir fuertes y con poder. Para gozar del proceso de recibir, debemos aprender a estar en contacto con nuestra vulnerabilidad y cómodas con esa parte de nosotras que acepta que SI TENEMOS NECESIDADES, y que está bien que no seamos las que siempre damos.
Piensa que cuando te pones en posición de receptora, lo que estás haciendo es empoderar a quien te está dando u ofreciendo algo, ya que esa otra persona se siente fuerte y poderosa con el acto de darnos eso: un obsequio, su tiempo, un abrazo, unas palabras bellas…
Por eso te invito a que la próxima vez que quieras hacer sentir realmente bien a alguien, ¡simplemente recibe lo que te este dando sin explicaciones, con gusto y sobre todo con mucho aprecio!