Eres lo que dices

¿Sabes el poder que tienen tus palabras sobre tu identidad? ¿Sabías que lo que dices sobre ti misma es básicamente el filtro a través del cual experimentas la vida?

¡Así es! Si tu opinión sobre ti misma y tus experiencias es negativa, entonces cada situación con la que te enfrentas será por resultado negativa.

Escúchate a ti misma y las palabras que usas para describir lo que haces y lo que ERES.  ¿Usas palabras que te empoderan o que te desempoderan? Si te das cuenta que tu lenguaje está lleno de palabras negativas intenta cambiarlas por positivas y sentirás inmediatamente la diferencia en tu forma de apreciar lo que te rodea.

Cambiar tu forma de hablar puede cambiar tu vida.  Por ejemplo:

  • “Estoy deprimida” puede convertirse en un “estoy algo decaída.”
  • “Estoy sola” en “estoy abierta a encontrar el amor de mi vida.”
  •  “Estoy cansada” en “estoy recargando fuerzas.”
  •  “Estoy ocupadísima” en “estoy descubriendo mis capacidades.”
  • “Soy buena” en “soy una mujer maravillosa.”

Cambiar nuestra forma de comunicarnos sobre nosotras mismas es un proceso que puede llevar tiempo ya que implica romper con un hábito que generalmente llevamos muy arraigado.

Es un ejercicio que para empezar hace falta hacerlo conscientemente, pero que poco a poco se va convirtiendo en una nuestra manera natural de expresarnos y de empoderarnos a nosotras mismas.

¡Te invito de corazón a intentarlo… haz de tus palabras una herramienta de empoderamiento y descubre el poder que TÚ tienes para crear esta bella aventura llamada vida!

¿Sabes lo que quieres?

Esta es una pregunta que muchas mujeres nos hacemos cuando llegamos a los 40 y más: “¿Qué es lo que YO quiero… que es lo que YO deseo?

Lo que desafortunadamente sucede muchas veces cuando contestamos esta pregunta es que en lugar de decir lo que realmente queremos, nos limitamos a decir lo que CREEMOS que nos es posible alcanzar.

Al hacer esto estamos inmediatamente poniendo una barrera para llegar a tener o ser lo que realmente deseamos.  Es como si metiéramos nuestros deseos dentro de una caja que se hace cada vez más pequeña.  Sobre todo cuando permitimos que los demás tengan algo que ver con ello.

Tarde o temprano lo que siempre sucede es que nos damos cuenta que la versión de nuestros deseos dentro de esa caja no tiene nada que ver con lo que realmente deseamos dentro de nuestro corazón.  Empezamos a sentir que nos ahogamos en ese espacio limitado y a resentir a aquellos que tienen el valor de decir lo que desean mientras que nosotras seguimos encerradas en esa caja que nada tiene que ver con nuestra verdad.

¿Te suena familiar?

Para no caer en este juego de decir lo que creemos posible en lugar de lo que realmente deseamos hay que comenzar por saber qué es lo que queremos… ¿Tú lo sabes?

La verdad es que TODAS sabemos lo que deseamos.  La respuesta está dentro de nosotras mismas, pero hay que descubrirla.  Es decir, hay que quitar las capas acumuladas a través de los años de miedos, incertidumbres, estereotipos, prejuicios, tabúes y condicionamientos que no nos permiten escuchar a nuestro corazón y así conocer nuestra verdad.

Lo primero que hay que hacer es darnos permiso de desear algo.  Parece tonto, pero muchas mujeres simplemente no nos damos permiso a nosotras mismas de tener un simple deseo, porque sentimos que “no lo merecemos”.

Una vez que estamos convencidas de que tenemos el DERECHO de desear lo que queramos, hay que hacerlo EN GRANDE y sin expectativas.  Las expectativas nada tienen que ver con los deseos.  Los deseos son los que nos hacen vibrar y sentirnos vivas, las expectativas limitan y son el camino más corto hacia la decepción.

Por eso la próxima vez que te digas a ti misma “es que no se que deseo” te invito a que recuerdes que todas las respuestas existen dentro de ti y que tu corazón ya sabe lo que deseas …

¡Todo es cuestión de aprender a escucharlo!

¿Para qué?

¿Pero por qué yo? ¿Pero por qué a mí? ¿Por qué, por qué, POR QUÉÉÉ?

¿Te suenan familiares estas frases? ¿Las acostumbras usar cuándo las cosas parecen “salirte mal”?

Muchas mujeres desafortunadamente vivimos o hemos vivido alguna vez estancadas en los “¿porqués?”, creyéndonos víctimas del destino y pasándonos una vida tratando de entender la razón por la cual “nos suceden” las cosas.

La verdad es que todas tenemos derecho a vivir nuestra vida como queramos, pero si existe la posibilidad de disfrutarla en lugar de sufrirla, ¿por qué no hacerlo?

Todo comienza con tomar conciencia de que nosotras somos creadoras de nuestra propia vida.  Una vida en la cual, por principio, solamente dos cosas son seguras: (a) que un día nacimos y (b) que un día esta experiencia llamada vida va a terminar en la muerte, transición o en lo que tu creas que va a suceder al final.

Piensa en estos dos eventos como dos puntos o lugares en un mapa.  De un punto al otro puedes llegar usando miles de rutas diferentes y aun así siempre llegaras AL MISMO lugar.  Puedes elegir un camino escabroso, o uno empinado, o uno “de bajadita”, o una combinación de todo un poco.  A fin de cuentas es TU camino.  Tú eliges la ruta. Tú escoges como quieres vivir esa experiencia que es tu vida.

De la misma manera TÚ puedes escoger la razón por la cual las cosas no salen como tú quieres que salgan en tu camino.

¿Se descompuso el auto y te quedaste tirada en medio de la carretera en un día lluvioso? En lugar de quejarte, sufrir y preguntarte ¿Pero por qué a mí me pasan estas cosas? qué tal si mejor tu misma decides el PARA QUE te sucedió esa “desgracia”.  Por ejemplo, “se me descompuso el coche PARA QUE en el futuro recuerde que tengo que ser mas organizada y que debo llevarlo a su servicio cuando le toca y no solamente  cuando me lo dice mi marido”.

Si tú misma decides el PARA QUE de las experiencias que vives en tu vida, ya sean estas agradables o no tanto, entonces significa que realmente estas en control de ella y que utilizas todo tu poder creativo para SER quien TU deseas ser.

¡Porque nunca olvides que tú tienes dentro de ti misma todas las posibilidades de crear la vida que TU deseas: una vida llena de AMOR y FELICIDAD!

Viviendo deprisa

“Tenía tanto que hacer que ya ni me dio tiempo de llegar a la reunión de mis amigas…”, “corrí todo el día pero no me alcanzaron las horas para llamarle a mi madre…”, “llegue tan tarde de trabajar que ya estaban dormidos los niños…”

Cuando vivimos nuestra vida enfocadas solamente en lo que deseamos alcanzar en el futuro nos arriesgamos a que, en el deseo de llegar pronto a ese lugar que pensamos que queremos llegar, lo único que logremos sea sentir que nos pasamos la vida corriendo.

Corremos cada vez más rápido porque así sentimos que nos acercamos más pronto a nuestro objetivo.  Vivimos  corriendo aunque tropecemos, pues creemos que esos tropiezos son los retos que nos hacen levantarnos con más ganas de seguir corriendo.  Corremos porque creemos que estar en constante movimiento es mejor que no hacer nada.

Pero la mayoría de las veces por hacer de nuestras vidas una carrera hacia el futuro nos olvidamos de lo que realmente vale la pena en el PRESENTE.

Nos olvidamos de las personas que están a nuestro alrededor.  Nos olvidamos de detenernos de vez en cuando por un momento a disfrutar del paisaje.   Nos olvidamos de conectarnos con nosotras mismas. Perdemos de vista esas “pequeñeces” que son las que en realidad enriquecen nuestra vida… ¡y todo por vivirla deprisa!

El secreto para SER realmente feliz es vivir y disfrutar plenamente de cada momento PRESENTE.

Cuando el futuro – en lugar de tu momento presente – se convierte en tu máxima prioridad, lo único que estás haciendo es desgastando tu energía para “ganar” una carrera que ni siquiera existe.

¿Y tú… vives plenamente el hoy o vives corriendo hacia el mañana?