La dignidad es uno de los temas que cubrí extensamente en el libro 40YMÁS y que más a menudo surge en las conversaciones que tengo con otras mujeres de nuestra edad.
Una mujer digna es la que se valora a sí misma y se da su lugar frente a los demás sin importar las consecuencias. Hasta ahí la teoría creo que resuena con todas nosotras; pero ya en la práctica es quizá una de las cosas en las que más flaqueamos.
No es poco común que muchas mujeres de más de 40 nos encontremos en una relación disfuncional o que, después de muchos años, estemos nuevamente solteras después de un divorcio o separación. Y el estar en cualquiera de estas situaciones puede generar un sentimiento muy fuerte de soledad.
La soledad, si no aprendemos a vivir con ella y disfrutarla, puede no ser una buena consejera. Es precisamente cuando nos sentimos solas que nos volvemos vulnerables a situaciones en las cuales, por evitar el sentimiento, dejamos nuestra dignidad de lado.
Son muchos los ejemplos de mujeres fuertes y empoderadas que deciden entrar en relaciones tóxicas, con hombres que no les dan ni pueden ofrecer lo que se merecen porque están casados, o porque tienen una forma distinta de ver la vida, simplemente porque creen que si no lo hacen terminaran pasando “el resto de sus días” solas.
Igualmente, muchas mujeres se involucran en situaciones denigrantes en su entorno laboral, pensando que es la única manera de mantener un trabajo; o en una situación familiar, pensando que si no lo hacen pueden quedarse solas.
La dignidad, en realidad, es un reflejo de nuestra relación con nosotras mismas y del respeto que nos tenemos. Por eso es bueno a veces hacer una pausa para reflexionar si en cada momento estas recibiendo el respeto que mereces de los demás, y sobre todo de TI MISMA.
Y si la respuesta es NO, quizá sea tiempo de dejar ir lo que no te permite hacerlo.