Últimamente alguien me dijo que se sentía “decepcionado” de mí. La verdad es que durante muchos años comentarios así me hacían sentir terriblemente mal, sin importar quién me los dijera.
Lo que pasaba es que, hasta que cumplí los 40 años, me dediqué a entregar mi poder a las personas que formaban parte de mi vida, permitiéndoles que afectaran mis sentimientos así como así. Obviamente yo no hacía esto de manera consciente, pero vivía mi vida esforzándome por complacer a todas las personas de mi entorno. Me la pasaba intentando evitar el decepcionar a alguien, y en el intento me olvidé de mi misma y de mi propio poder.
¿Por qué regalamos nuestro poder a los demás?
Como mujer de 40 y más, me he dado cuenta de que antes me pasaba dándole mi poder a los demás, permitiéndoles que hicieran de mi lo que quisieran. Ninguna de esas personas eran malas, claro que no, algunos ni siquiera sabían que yo les había entregado mi poder. Otras veces, simplemente entregue mi poder a alguien intentando no decepcionarlo al convertirme en esa persona que yo pensaba que EL esperaba que yo fuera.
Pero esa fue mi responsabilidad y solo mía. YO fui quien entrego mi poder a otros. Yo solita. Nadie me obligó.
¿Cómo puedes recuperar tu poder?
La única manera de SER quien TU deseas ser en esta vida es recuperando tu poder como mujer y siguiendo tu verdad. Esto puede ser una labor muy ardua para algunas y muy fácil para otras. Pero antes que nada es necesario reconocer que hemos dado nuestro poder a otra u otras personas.
Le damos nuestro poder a nuestro jefe cuando nos preocupamos si nuestras acciones nos van a costar a nuestro empleo; en lugar de simplemente dar lo mejor de nosotras mismas, dispuestas a aprender y sin permitir que el mal carácter o la mala disposición de los demás nos afecte.
Le damos nuestro poder a nuestros seres queridos todo el tiempo: “Sería una gran escritora, si tan sólo mi pareja me apoyara”, “Estoy tratando de comer más saludablemente, pero él no deja de traer a casa comida chatarra.” ¿En serio? ¿Esas personas tienen TANTA influencia sobre nosotras que les hemos dado el poder de decidir nuestras acciones y nuestros resultados?
Recuperar el poder es decisión de cada una de nosotras. Si te cuesta trabajo confiar en ti misma para en manejar tu propio poder, y eres creyente, entonces intenta por lo menos dejarlo en manos de tu Dios (cualquiera que éste sea).
¿Y la decepción?
Recuerda que “decepción” no es más que un sinónimo de “no estás haciendo lo que yo quiero que hagas”. Esto quiere decir que la decepción NO te pertenece. Le pertenece a la otra persona que tiene sus propias expectativas sobre ti. Expectativas que NO son tuyas cuando tú te encuentras en control de TU poder y sabes lo que quieres SER.
Esa persona que estaba decepcionada de mí tenía sus razones para estarlo. Yo había elegido hacer algo que era contrario a lo que el quería que yo hiciera. Y la verdad es que últimamente he decepcionado a muchos. Con esto no me refiero a hacerle daño a nadie, sino que en el proceso de recuperar mi poder me estoy dedicando a hacer las cosas que yo sé que me van a ayudar a crecer en mi vida personal, espiritual y profesional. Y eso no siempre es del agrado de los demás.
¿Y tú? ¿Ya sabes quién tiene TU poder? ¿Estás lista para recuperarlo?