¿Te ha pasado alguna vez que tomas una decisión creyendo que realmente es la mejor, solo para darte cuenta que te dejaste llevar por algo trivial en lugar de algo significativo?
El casarte con un hombre sólo porque es guapo o rico, ignorando su forma agresiva o dominante de ser, o el aceptar un trabajo por el gran sueldo y prestaciones haciendo ojo ciego a la filosofía de la empresa en la que te estas metiendo, son dos ejemplos comunes de momentos en que un “brillante” exterior nos vuelve ciegas a la realidad de una persona o suceso.
La mayoría de las mujeres reaccionamos con frustración y un sentimiento de sentirnos “atrapadas” por la circunstancia. Muchas otras se sienten víctimas de la vida por “empujarlas” a tomar la decisión incorrecta. Algunas simplemente deciden salir huyendo de la situación sin pensar dos veces en las posibles consecuencias.
Mi vivencia es que todas las decisiones que he tomado y de las cuales tarde o temprano siento que no son la mejor porque el brillo falso de las mismas me “hechizó”, han resultado ser una pieza importante en mi aprendizaje para convertirme en una mejor versión de mi misma.
Eso sí, NINGUNA vez esto ha sido evidente inmediatamente. Han llegado a pasar meses, años y hasta décadas antes de ver cuál fue el verdadero papel de esa experiencia en mi crecimiento interior.
Esto no quiere decir que te sugiero que cuando te sientas en medio de una relación dañina o un trabajo agobiante, te quedes ahí esperando el mensaje que la vida te tiene.
Lo que si te invito es a no ser tan dura contigo misma cuando te das cuenta que podrías haber tomado otra decisión sobre cualquier circunstancia; y cuando esto suceda procures dar un pequeño paso hacia atrás y ver el para qué elegiste ese camino, como puedes hacer para disfrutarlo y no sufrirlo mientras cambias nuevamente tu dirección y enfocarte en seguir enriqueciendo tu vida con todo tipo de experiencias.
¡Porque finalmente TU eres la suma de TODAS tus experiencias!