¡Festeja a tu niña interior!

El 30 de abril se celebra el Día del Niño en México, una celebración en la que quienes somos madres, tías, abuelas y maestras nos dedicamos a consentir a nuestros pequeños, y no tan pequeños, con todo tipo de regalos y agasajos.

Como buenas mujeres volcamos toda nuestra atención en los niños que amamos y nos olvidamos que dentro de nosotras mismas existe todavía la niña que alguna vez fuimos.  Una niña que en su momento vivió la vida totalmente, sin preocupaciones, sin limitaciones y disfrutando plenamente de cada momento que se le presentaba.

¿Recuerdas como eras cuando tenías unos cuatro o cinco años?

Si alguien te preguntaba si eras bonita, tu respuesta era “SI”… sabias en tu corazón que no solo eras bonita, sino que eras una princesa inteligente, valiente, divertida, amorosa, que podía cantar, bailar, reír, jugar, y que tenías poderes mágicos para lograr todo lo que deseabas en la vida.

Esa pequeña niña sigue viviendo en TI.  Sus mismos anhelos viven en TI.  El problema es que a través de los años hemos cubierto todo eso que nacimos sabiendo que ya somos con una serie de condicionamientos y etiquetas mentales que nos han hecho creer que no podemos lograr nuestros sueños.

Frases como “no puedo… sufro mucho…necesito amor” son las que hemos permitido que durante los últimos 40 y tantos años definan quiénes somos.

El haber olvidado a su niña interior es lo que ha ocasionado que muchas mujeres no vivan la vida que desean.

Por eso hoy te invito a celebrar a los pequeños de tu hogar y a darte un tiempo para celebrarte también a TI MISMA.  Piensa en algo que te gustaba a TI de niña y ¡hazlo con ellos!

¿Te gustaba ir al parque y subirte a los columpios? ¿Te gustaba el pastel de chocolate con helado de fresa? ¿Te gustaba bailar? ¡Consiente a tu niña interior compartiendo con tus hijos, tus nietos o tus alumnos eso que tanto amabas hacer y date la oportunidad de SER tu misma esa niña que llevas dentro una vez más!

Aprende a escuchar a tu niña interior nuevamente ya que ella siempre ha sabido que TÚ tienes el poder de SER todo lo que deseas.

Ya que esa pequeña niña todavía vive en TU corazón.

¿Cómo descargas tus tensiones?

Actualmente vivo a pocos kilómetros de los volcanes Popocatepetl e Iztaccihuatl.  Esos guardianes del Valle de México que imponen con su belleza y grandeza.

Esta última semana el Popocatepetl, al que se le conoce cariñosamente como “El Popo” o “Don Goyo” ha estado lanzando cenizas y hasta lava volcánica, recordándonos a los que lo tenemos cerca que la Tierra es un SER vivo igual que nosotras.

La Tierra tiene su propio mecanismo para descargar sus tensiones.  En este caso ha estado haciendo erupción a través de un volcán, pero igualmente escuchamos de temblores, tsunamis y otros fenómenos naturales que no son otra cosa que la misma Tierra acomodando su energía.

¿Y tu como acomodas tu propia energía?

Como mujeres de 40 y más hemos crecido escuchando que “las niñas bonitas no se enojan” y que “calladitas nos vemos más bonitas”.  Lo cual hemos tomado como una instrucción de nunca demostrar nuestros sentimientos y guardar dentro de nosotras todas esas emociones de enojo y tristeza en lugar de exteriorizarlas.

El problema con esto es que cuando nos enfrentamos a un contratiempo y no expresamos nuestra ira o nuestra angustia, estas se acumulan dentro de nosotras hasta que un día explotamos en un ataque de rabia o depresión que no solo nos lastima a nosotras sino que también a personas que nada tienen que ver con la razón original de nuestro sentimiento.  Es como si El Popo en lugar de estar arrojando cenizas hiciera una erupción violenta.

La solución está en aprender a identificar esos sentimientos y a  sacarlos de nuestro sistema de una manera que nos ayude y no afecte a los demás.  Si sientes muchas ganas de gritar o llorar por alguna razón, no te lo guardes.  Busca un sitio en donde lo puedas hacer a solas y totalmente.  En el proceso aprende a reconocer como fluye la energía de ese enojo o tristeza en tu cuerpo, como se manifiesta y como se siente, para que así la puedas canalizar como tú lo desees, sin lastimar a nadie.

Es necesario “vaciarnos” de esas tensiones que llevamos acumuladas dentro.  Dejarlas salir de una manera que nos ayude a conocernos mejor a nosotras mismas y a crecer como mujeres felices.

Finalmente a eso venimos a este mundo: ¡a ser felices y a vivir en armonía con todos los seres que nos rodean!

Esas perfectas imperfecciones

Algo que tenemos en común la mayoría de las mujeres de 40 y más es que somos muy exigentes con nosotras mismas.  Tendemos a juzgarnos por todo eso que consideramos “nuestros defectos”.

Criticamos nuestra apariencia física al compararnos con otras mujeres “¡es que por qué no tengo el perfecto cabello de Jennifer Aniston!” nos decimos cada mañana al arreglarnos, y también somos muy duras al calificar nuestra personalidad “¡soy demasiado aprensiva y últimamente me enojo por todo!”, nos quejamos con nuestras amigas durante el cafecito.

Olvidamos que todo eso que consideramos nuestras fallas, son en realidad las oportunidades que la vida nos regala para aceptarnos por lo que somos y también para cambiar lo que no nos gusta y transformarnos en la mujer que deseamos ser.

Esas “imperfecciones” son en realidad perfectas, ya que nos recuerdan que estamos vivas y que somos únicas.

Como bien lo dice la bella mujer que habla en el video que comparto con ustedes hoy al recordar a su difunto esposo:  el amar esas pequeñas imperfecciones en nosotros y los que nos rodean es lo que hace que cualquier relación sea perfectamente bella.

¿Qué cuántos años tengo?

Siempre he dicho que la edad es un número que no significa nada. Lo verdaderamente significativo es lo que decidimos hacer con los años de que tenemos.  Cada una de nosotras elige si el ser una mujer de 40ymas es una ventaja o una desventaja, una tragedia o una bendición.

Todo es cuestión de perspectiva.

Tu edad no te hace ni vieja ni joven, pero la forma en que has vivido los años que has estado en este mundo es lo que te hace una persona culta que se ha dedicado a atesorar conocimientos adquiridos que no son tuyos sino de los demás, o una persona sabia que se ha enfocado en vivir plenamente su experiencia interior en cada momento presente.

También puedes elegir ser un balance entre una persona culta y una mujer sabia sin miedo a SER quien tu deseas ser, como lo describe hermosamente el gran escritor portugués José Saramago en el texto que comparto con ustedes a continuación.

Espero que disfrutes leyendolo, porque como Samargo bien dice ¡tu edad es la que sientes y no la que tienes!

Mañana es la única utopía

Por: José Saramago, Premio Nobel Literatura 1998

Frecuentemente me preguntan que cuántos años tengo… ¡Qué importa eso! Tengo la edad que quiero y siento.  La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso.  Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso, o lo desconocido.  Tengo la experiencia de los años vividos y la fuerza de la convicción de mis deseos.

¡Qué importa cuántos años tengo! No quiero pensar en ello. Unos dicen que ya soy viejo y otros que estoy en el apogeo. Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice, sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte. Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso, para hacer lo que quiero, para reconocer yerros viejos, rectificar caminos y atesorar éxitos.

Ahora, no tienen por qué decir: Eres muy joven, no lo lograrás.

Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma, pero con el interés de seguir creciendo. Tengo los años en que los sueños se empiezan a acariciar con los dedos, y las ilusiones se convierten en esperanza. Tengo los años en que el amor, a veces es una loca llamarada, ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada. Y otras en un remanso de paz, como el atardecer en la playa.

¿Qué cuántos años tengo? No necesito con un número marcar, pues mis anhelos alcanzados, mis triunfos obtenidos, las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones rotas… valen mucho más que eso.

¡Qué importa si cumplo veinte, cuarenta, o sesenta! Lo que importa es la edad que siento.

Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos. Para seguir sin temor por el sendero, pues llevo conmigo la experiencia adquirida y la fuerza de mis anhelos.

¿Qué cuantos años tengo? ¡Eso a quién le importa! Tengo los años necesarios para perder el miedo y hacer lo que quiero y siento.