Como bien dice la canción de Pedro Navajas “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida ¡ay Dios!” y una de las mayores sorpresas que muchas mujeres de nuestra edad se llevan es cuando reciben la noticia de que van a convertirse en abuelas.
En mi caso particular, no he tenido esa experiencia y debido a la edad de mi hija creo que todavía me faltan varios años para escuchar a un niñito o una niñita llamándome “abuelita”.
Pero aun así me sentí identificada con el relato de Brigitte Gibbs que comparto hoy con ustedes ya que estoy segura de que si eso me sucediera a esta edad reaccionaría exactamente de la misma manera que lo hizo ella.
Brigitte Gibbs es una amiga de 40ymas que cumple 45 años este mes y que vive en Ecuador. Brigitte, quien se caso hace 26 años y tiene tres hijos y un nieto de tres años, está por comenzar a estudiar la carrera de periodismo.
Ella disfruta mucho escribir sobre situaciones que ha vivido, conversaciones que ha sostenido con alguien o sobre sus recuerdos. Después de muchos años de búsqueda ha encontrado, ya como mujer de más de 40, su pasión en la escritura.
Estoy segura que muchas amigas de 40ymas se identificaran con su relato sobre qué es lo que significa ser una abuela joven.
Abuela de las cuatro décadas
Por: Brigitte Gibbs
¿Abuela a los cuarenta? No, nunca lo pensé, ni loca, ¡ni en pesadillas! “Que va, yo espero que me llamen abuela después de los 50”, decía yo cuando me preguntaban a qué edad quisiera tener nietos.
Pero como en la vida nada está escrito ni dicho… ¡zaz!, de repente el baldazo de agua fría: “Oiga ma, voy a ser papá.”¿Qué? ¿Cómo dijiste? ¿Con quién? “Con mi novia ma, con quien más va a ser.”¿Y de cuantos meses está? “De dos nomás.”
¡No es posible! Me pongo a sacar cuentas de cuantos años voy a tener cuando nazca el bebé y resulta que voy a tener 42 bien cumplidos. No, no puede ser… ¿yo abuela a ésta edad? No ha de ser cierto (me digo para mis adentros tratando de consolarme), se habrán confundido de resultado en la clínica. Todavía estoy joven, me siento joven, me veo todavía joven… no, no puede ser que me esté sucediendo esto A MÍ.
¿Tendré que cambiar mi look… mi forma de vestir, de peinarme y de hablar? ¡Creo que estoy más traumada que mi propio hijo!
En fin, me demoré algunos meses para asimilar este acontecimiento que se me venía encima. Mi esposo, apenas supo que iba a ser abuelo, exclamó a gran voz: “¡Tiene que ser un varón!” Y después de los nueve meses, ¡varón mismo fue!
El día en que nació Matías le vimos todos los parecidos y no parecidos con el papá y con el abuelo, por supuesto.
Lo que puedo decir ahora cuando me preguntan que se siente ser una abuela de las cuatro décadas es que es como retroceder en el tiempo y volver a ver a tu hijo pequeño con los mismos ademanes, travesuras y gestos; los mismos ojos azules y el pelo dorado; las mismas gracias y, conforme va creciendo, hasta el mismo tono de voz.
Lo bueno de ser abuela a los 40 es que cuando te encuentras con alguien que no sabe quién es ese niño que te acompaña casi siempre te dicen: “Que lindo su hijito, ¿es su último?” No, como va a creer, imagínese yo de mamá a ésta edad… es mi nieto. De repente ponen cara estupefacta y exclaman: “¡No que va, si usted parece de 35!”
Que piropo tan bien dicho, ¡ahora sí que me gustó ser abuela a los 40!