¿Qué es lo que hace que un día ordinario se convierta en extraordinario? ¿Cuándo recibes una buena noticia? ¿Cuándo sucede algo inesperado? ¿Cuándo ves a alguien muy querido?
Tu hija mayor te dice que va a tener un bebé… te invitan al concierto de tu cantante favorito… tu amiga que vive lejos te visita.
Los anteriores son eventos que pueden hacerte sentir que tu día es extraordinario, fuera de lo común, ¡un día verdaderamente especial!
¿Pero son los eventos en si los que son extraordinarios o es TU forma de apreciar esos acontecimientos lo que los hace extraordinarios?
Tener un nieto es para ti algo extraordinario, pero quizá para la mamá de tu yerno no lo sea ya que no le gustan los niños pequeños. Tu cantante favorito no es el cantante favorito de tu pareja así que ir a ese concierto no es precisamente extraordinario para él. Tu amiga viene de visita pero se va de nuevo en unas horas, y el que se vaya es un suceso triste y no extraordinario.
¿Te das cuenta? Lo EXTRA en extraordinario lo pones TÚ, y no el evento en sí.
Un bebe no es extraordinario, hay millones de bebes en el mundo, pero es TU actitud hacia el nacimiento de ESE bebe en particular lo que lo hace especial. Lo mismo sucede con el cantante y la visita de tu amiga.
Sin tenemos esa maravillosa capacidad de crear lo extraordinario con nuestra simple actitud ¿entonces por qué no hacemos que todos los días de nuestra vida sean así? ¿Por qué no usamos nuestra capacidad creadora para ver lo milagroso, lo sorprendente y lo asombroso en cada evento que calificamos de “ordinario”?
Desde la sonrisa sincera de alguien que amas, hasta el sabor exquisito de un platillo que preparaste para la comida pueden ser extraordinarios si TÚ así lo decides.
Por eso te invito a que reflexiones sobre qué clase de vida deseas vivir ¿una vida ordinaria o una vida extraordinaria?