Cuando las cosas no salen como tú quieres

Entre más grande es tu expectativa, más grande será tu decepción

¿Te ha sucedido que tienes un proyecto o una idea y por más que te esmeras y pones el 100% de ti el resultado no es lo que deseabas?

¿Cómo te sientes cuando eso sucede? Porque creo que a la mayoría de las mujeres de más de 40 nos ha pasado algo similar por lo menos en una ocasión.

El sentimiento probablemente más común en estos casos es el de la decepción.  La decepción de saber que no cumpliste con tus expectativas; la decepción de saber que quizá le fallaste a otra persona en el proceso; la decepción de no saber el por qué las cosas no salen como tu deseas, cuando tú lo deseas.

Todas quisiéramos tener una “varita mágica” con la que pudiéramos asegurar el éxito de todas nuestras empresas, pero por muy “brujas” que lleguemos a ser, la realidad es que esa varita mágica no existe.

Lo que sí existe es nuestra capacidad de cambiar la percepción sobre nosotras mismas que es la que nos lleva a sentir esa decepción.

Piénsalo así: entre más grande es tu expectativa, más grande será tu decepción.

Con esto no quiero decir que no tengas sueños o metas u objetivos en la vida, ¡al contrario!  Lo que quiero decir es que nunca dejes de buscar lograr con éxito TODO lo que emprendas, pero que lo hagas con la conciencia de que las cosas no siempre salen como nosotras lo deseamos simple y sencillamente porque hay un millón de factores externos que lo pueden impedir.

Vive, sueña, emprende… pero recuerda que hay algo más grande que tú y que yo que acomoda las cosas y los eventos para nuestro bien superior, aunque muchas veces parezca que está sucediendo exactamente lo contrario.

Por eso vive sin expectativas, sin estar atada mentalmente a un resultado especifico, sabiendo que siempre, en cada instante, estás haciendo lo mejor que puedes, y que el resultado de tus experiencias es precisamente el que necesitas vivir en cada momento dado.

Por qué a eso hemos venido a este mundo: a transformarnos cada día en una mejor versión de nosotras mismas.

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La felicidad ja-ja-ja-ja

¿Recuerdan esa canción viejísima de Palito Ortega que va algo así como “♪ ♫ la felicidad ja-ja-ja de sentir amor a-a-a-a hoy hace cantar la-la-la-la a mi corazón ♪ ♫”? Pues después de una de las semanas más difíciles de mi vida, hoy amanecí tarareándola y me puse a pensar… ¿Qué es realmente la felicidad y cómo podemos ser felices todos los días de nuestra vida?

Lamentablemente algunas de nosotras todavía creemos erroneamente que necesitamos recibir permiso de los demás para ser felices en nuestra vida, o que para ser “merecedoras” de la felicidad necesitamos cumplir con ciertos requisitos que hemos inventado en nuestra mente como el de que “para ser feliz necesitas tener una pareja”.

En realidad la clave para vivir felices es muy pero muy sencilla: para ser felices debemos enfocarnos más en disfrutar el momento presente. La felicidad simplemente no puede ser vivida cuando nuestra nuestra mente está pensando en algo distinto de lo que estamos sintiendo y experimentando en este momento.

Para ser feliz es necesario vivir en su totalidad cada uno de los sentimientos que tenemos en el momento presente.

¿Y si en el momento presente nos sentimos mal? Pues bien, cuando algo nos hace sentir mal, lo que hay que hacer es simplemente reconocerlo y aceptarlo, ya que la verdadera felicidad se encuentra del otro lado de esa dificultad. No es posible “brincarse” las dificultades para encontrar la felicidad, lo que debemos hacer es movernos a través de ellas.

Lo que quiero decir es que si sientes dolor en este momento – si sientes soledad, desesperación, agobio, tristeza, etc. – el primer paso hacia la felicidad es reconocer lo que estás sintiendo y vivirlo hasta que el sentimiento haya terminado por completo. Una vez que hayas terminado de sentir lo que estas sintiendo entonces habrá espacio en tu corazón para darle cabida al sentimiento de felicidad.

Desafortunadamente lo que muchas de nosotras hacemos es crear distracciones para evitar sentir lo que estamos sintiendo.  Simplemente no nos “damos permiso” de sentir. Por ejemplo, si nos sentimos solas encendemos el televisor, o si nos sentimos abrumadas atacamos la alacena y comemos todo lo que hay a nuestro alcance. Lo único que logramos con estas distracciones es que el dolor se quede con nosotras más tiempo del que es necesario.

Las emociones no desaparecen cuando te distraes, la única manera de alejar la emoción es cuando la sientes completamente. Una vez que has sentido algo hasta que no puedes sentirlo más:  una vez que has llorado hasta que no puedes llorar más o has gritado hasta que no puedes gritar más, sólo entonces estarás lista para vivir tu siguiente emoción.  Y esa nueva emoción siempre es la felicidad, ya que la felicidad es nuestro estado natural.  Si no me crees observa a un bebé que es amado y notarás que todos nacimos para ser felices.

La clave para sentirte feliz todos los días es recordando ese hábito que teníamos cuando éramos niñas de disfrutar siempre el momento presente.  Recuerda también que la felicidad no llega a tu vida solamente gracias a grandes cambios o sucesos.  Por ejemplo, ganar la lotería no es algo que te haría feliz, lo que te haría sentir felicidad es el sentimiento de alivio de tener más dinero del que necesitas.  El nacimiento de un hijo o un nieto no es lo que te da la felicidad, la felicidad se encuentra en el sentimiento de amor que nace en tu corazón al ver lo hermoso que es el bebé y lo que su presencia significa en tu vida.

Ese mismo nivel de felicidad se encuentra a tu alcance todos los días cuando te tomas el tiempo de apreciar con tranquilidad cada bendición que tienes en tu vida. En esos momentos de tranquilidad es en donde la verdadera felicidad se expande dentro de ti: cuando vives a plenitud el momento presente.

Te invito a comenzar a ser feliz hoy mismo.  Encuentra algo hermoso en tu vida y tómate el tiempo de disfrutarlo. ¿Te gusta la sensación del viento en tu cara? ¿Te gusta el color de los ojos de tu pareja? ¿Te gusta cómo se te ven los zapatos que acabas de comprar? Siéntelo. Disfrútalo. Vívelo. Ese es el primer paso en tu camino para vivir la felicidad todos los días de tu vida.

De pasión a obsesión

Muchas mujeres caemos en el error de definirnos y validarnos a través de nuestra relación con un hombre.  Tu pasión es eso que da sentido a tu vida.  No es lo que haces o lo que tienes, sino lo que ERES y en lo que te estas convirtiendo cada día.  Pero ¿sabías que, desafortunadamente, es muy fácil confundir tu pasión con una obsesión?

Cuando encuentras tu pasión en la vida te sientes más que bien contigo misma.  Te conectas con quién eres y eso crea una maravillosa sensación de bienestar y paz.  Reconoces tu centro de poder femenino y sabes que puedes lograr todo lo que deseas, porque estas en conexión con quien más amas: tú misma.

Pero es muy fácil confundir esta sensación que nace dentro de nosotras mismas y que nos conecta con nosotras mismas con la que nos puede dar un estímulo externo, como puede ser una relación amorosa.

En una relación romántica nos podemos llegar a sentir muy apasionadas.  Muy conectadas con la otra persona y eso es muy bello, pero debemos estar conscientes que ese vínculo no es nuestra pasión.  El amar a alguien es una experiencia increíble que nos invita a compartir nuestro amor, pero no es lo que SOMOS, no es lo que nos define.

Muchas mujeres caemos en el error de definirnos y validarnos a través de nuestra relación con un hombre.

Sentirnos enamoradas, amadas, queridas y protegidas puede llegar a tomar más importancia que nuestra propia relación con nuestro ser.  ¿Y qué sucede cuando esa relación romántica termina? ¡Nos sentimos destruidas y obsesionadas porque no nos deje solas ese hombre que nos hizo sentir tan bien en su momento!

Y es exactamente en ese momento cuando muchas mujeres perdemos nuestra dignidad, rogándole a ese hombre que regrese a nuestra vida, aunque él ya no quiera estar con nosotras, creyendo que “no podemos vivir sin él”.

Nos obsesionamos con la persona como un adicto se obsesiona con su dosis de droga.  Queremos revivir el momento de éxtasis que sentimos alguna vez con ese hombre, pero no nos damos cuenta que en el deseo de revivir una situación que ya quedó en el pasado, que ya fue, que ya no existe más, nos estamos haciendo mucho daño.

Por eso es tan importante reconocer siempre que nuestra pasión no está y nunca estará basada en nuestra relación con otras personas o en lo que otras personas deciden que somos o no somos; sino con la relación que tenemos con nosotras mismas.  Tu pasión puede ser el ayudar a otras personas o el amar a otras personas, pero todo basado en TU propio crecimiento y tu propia conexión con tu SER interior.

Recuerda que tu experiencia exterior siempre será un reflejo de tu experiencia interior.  Amate mucho y no permitas que nadie tenga tanta influencia sobre ti como para hacer que pierdas de vista a la persona más importante en este mundo: ¡TU MISMA!

El ritmo de la vida

Todo llega a su tiempo

¿Cuántas veces has sentido que por más esfuerzo que haces no logras lo que anhelas? ¿Cuántas veces le has “echado muchas ganas” a un proyecto o una idea o a una relación y parece que el mundo conspira en tu contra para que tu deseo no se materialice?

Creo que lo anterior es algo que a todas nos ha sucedido alguna vez.  Ponemos el 100% de nuestra dedicación y energía en lo que sentimos es el mejor plan para nosotras y simplemente no se da.

¿Por qué sucede esto si yo siempre he dicho que cada una de nosotras es creadora de su propia vida? ¿Por qué la vida no nos recompensa con el éxito que merecemos cuando ponemos nuestro mejor esfuerzo en lograr nuestros deseos?

La respuesta es muy simple… y no tanto.

Lo que sucede es que no tomamos en cuenta la importancia del ritmo de la vida.  Así es, el RITMO de la vida.  Esto quiere decir que las cosas no van a suceder a nuestro tiempo o en el tiempo que nosotras decidimos, ya que esto sería como pensar que tú y yo tenemos control sobre la naturaleza.

Estar en sintonía con el ritmo de la vida es aceptar que las cosas fluyen en el momento que DEBEN fluir,  ni un minuto antes, ni un minuto después.  Y ninguna de nosotras puede controlar eso.  Lo que si podemos controlar es nuestra relación con este ritmo, el aceptar que ASI ES y estar en paz con ello.

Esto no quiere decir que debemos dejar de trabajar por lo que deseamos con pasión y entrega, o que deberías tomar la actitud de que las cosas “te pasan” y no que tú las creas.

Porque tu actitud hacia lo que te rodea, hacia los que te rodean y hacia el ritmo de la vida la decides TU MISMA.

Tú decides si perder la paciencia en el proceso de no tener lo que quieres cuando lo quieres y como lo quieres… o tú decides si reconoces que eres parte de un TODO maravilloso que fluye a un ritmo que es simplemente perfecto y que lo que llega o no llega a tu vida es siempre LO MEJOR PARA TI.

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