Ayer escuche en la radio a un comentarista que decía que el huracán Sandy, el cual ha devastado el noreste de los Estados Unidos, puede a mediano plazo ser la salvación de la economía de ese país, ya que debido a la destrucción de ciudades como Nueva York y la costa de Nueva Jersey se generarán miles de nuevos empleos dedicados a la reconstrucción.
Este comentario me dejo pensando en que todo, menos la perdida de vida humana, se puede “reconstruir” después de una tragedia si decidimos ver la situación desde un punto de vista positivo y de oportunidad en lugar de quedarnos “atoradas” en la desdicha.
El rompimiento de una relación sentimental, por ejemplo, es el equivalente a la destrucción de la misma. Se “destruye” lo que habíamos creado en pareja y depende de nosotras si nos quedamos viendo las “ruinas” de lo que fue esa relación, llorando eternamente por lo que hubo en su momento, o si nos disponemos a reconstruir y fortificar nuestros cimientos emocionales para así tener la oportunidad de “construir” una nueva relación cuando llegue el momento.
Lo mismo aplica cuando nos quedamos sin empleo, cuando tenemos un problema de salud, o cuando cualquier cosa o situación importante para nosotras se complica, se debilita considerablemente, o simplemente llega a su fin.
Ese es el ciclo de la vida. Construir sobre lo destruido. Aprender de cada experiencia y levantarnos de las cenizas como el Ave Fénix que muere para renacer en toda su gloria.
El poder de reinventarnos cada día como una mejor versión de nosotras mismas es uno de los dones que la vida nos ha dado, y es precisamente en los momentos de “destrucción” cuando podemos usar nuestra creatividad para transformar las dificultades en oportunidades de crecimiento.
Por eso la próxima vez que te sientas devastada y creas que tu vida se está viniendo abajo, recuerda que toda experiencia tiene su razón de ser y que de ti depende si decides usarla como una escalera que sube… o que baja.